Funcionamiento de las ollas comunes es fundamental para la población más vulnerable frente a la segunda ola de la pandemia del COVID-19. (Foto: GEC)
Funcionamiento de las ollas comunes es fundamental para la población más vulnerable frente a la segunda ola de la pandemia del COVID-19. (Foto: GEC)

Como parte de las medidas ante la nueva cuarentena focalizada que rige desde el 31 de enero, Silvana Vargas, ministra de Desarrollo e Inclusión Social, aseguró un apoyo de alimentos a poblaciones vulnerables. Anunció “una ruta en coordinación con los gobiernos locales para proveer de canastas alimentarias, con énfasis en el apoyo a ollas comunes y comedores populares”.

¿Qué productos se deben priorizarán? ¿Cómo debería ser esta entrega para lograr rapidez y eficacia? Expertas en políticas públicas señalaron algunas características que deberían tener esta ayuda.

“Hay que tener en cuenta que se suele entregar bienes no perecibles y en su mayoría no tienen contenidos nutritivos. Ante la emergencia y necesidad urgente de comer se está dejando de lado la nutrición y recordemos que antes de la pandemia nuestro gran problema era la desnutrición y anemia en los niños”, sostuvo Alexandra Ames, jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad del Pacífico.

En este sentido, Ames sugirió que el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y los municipios trabajen de la mano con el sector privado para que hagan las entregas de este servicio nutritivo a diversas ollas comunes en el país.

“Por ejemplo están los alimentos que tienen hierro o vitaminas, como las verduras, el pollo o pescado”, manifestó.

PLANIFICACIÓN

Por su parte, Fiorella Ormeño, especialista en políticas públicas y Líder de Proyectos para la consultora británica Delivery Associates, indicó que en estos programas es clave la planificación. “Hay que ver el mapeo de la entrega de esta ayuda desde el beneficiario hacia atrás, incluyendo la ruta de entrega, el proceso de compra, hay que hacer una planificación rápida con toda la cadena de entrega de estas canastas”, expresó.

Esto sirve para identificar cuáles son los riesgos potenciales, los mismos que se pueden mapear a partir de la experiencia anterior, porque la Contraloría ya ha tenido algunos hallazgos. A la par, existen flujos de información que se van recopilando conforme va avanzando el programa, dijo.

Lo principal, apuntó Ormeño, es aprender de la experiencia que ya se tuvo, ver qué funcionó, y qué no funcionó. Esa es la primera etapa. La segunda es cómo evitamos que se repitan los errores de la primera fase, y uno de los mecanismos son las rutinas que van a establecer con los gobiernos locales para ejecutar esta estrategia del mejor modo y que tengan canales directos para poder resolver cualquier eventualidad.

Mencionó que sería importante “que las compras se centralicen por los sistemas que ya tiene el Midis, porque su sistema para compras de programas sociales es bueno, por lo menos en lo que es calidad, ha funcionado bien”. Añadió que dado los problemas que hubo con los encargos a las municipalidades anteriormente, quizás sería lo más pertinente dejarles a ellas solo la entrega.

Intentamos comunicarnos con el presidente de la AMPE para recoger su opinión sobre el tema, pero hasta el cierre de la nota no nos contestó.

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