La tasa de desempleo en Lima creció de manera considerable.
La tasa de desempleo en Lima creció de manera considerable.

Por Christian Lengua

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) difundió en el transcurso de esta semana un informe en el que estima que de reducirse el PBI en 13% en el Perú a fines del 2020, la población ocupada descendería en 1,5 millones con respecto al 2019. En tanto que los ingresos laborales en Lima Metropolitana han disminuido en 10,5%; lo que significa un retroceso de nueve años.

Philippe Vanhuynegem, director de la Oficina de OIT para los Países Andinos, espera que el inicio de la Fase 4 de la reactivación económica traiga una recuperación relativamente rápida de los empleos. Sin embargo, apuntó que el gran problema no es de cantidad sino de calidad.

“[Hay que ver] si las actividades económicas van a reiniciar empleando a las personas en las mismas condiciones de empleo formal, o si se va a generar menos empleo debido a una contracción de la demanda”, señaló el director.

Vanhuynegem sostuvo que en el hecho que haya una desocupación tan pronunciada se explica porque en la economía peruana una gran cantidad de sectores son de baja productividad, y pocos sectores son altamente productivos, siendo estos los que generan puestos formales.

Para el experto, pesa el hecho de tener una economía con tres cuartas partes de informales (subió de 72% a 74,3%), porque cuando hay un confinamiento las personas no pueden ir a buscar trabajo. Esto genera que la tasa de ocupación e ingresos baje drásticamente.

En ese sentido, añadió que los sectores competitivos en Perú son solo generadores del 2% del empleo, mientras el 75% son sectores de baja productividad que en su mayoría no logran crear muchos empleos formales. Por ejemplo, transporte, comercio y agricultura familiar. En cambio la agricultura moderna cuenta con 200 mil empleos formales.

CRECIMIENTO, ¿Y EL TRABAJO?

En Perú, argumentó el funcionario, hubo un crecimiento económico bastante importante, que permitió tener ingresos fiscales, y programas de redistribución. Pero cuando hay una caída abismal del crecimiento, se presentan dos fenómenos.

“Uno es el de las personas que se encuentran vulnerables, como en la informalidad y no tienen trabajo. Por otro lado, no hay estructuras fiscales para sostener esta situación, salvo a través de los impuestos o el endeudamiento”, detalló Vanhuynegem.

Si bien el crecimiento permitió generar divisas a través de las exportaciones, la complejidad de nuestra economía ha dependido del precio de los minerales, pero no a través de producción de bienes o servicios más complejos, que nos permitan competir en el mercado internacional.

Bajo la mirada de Vanhuynegem, se crea una pequeña ilusión, ya que crecimos estos años en PBI, pero no es un crecimiento que permita sostener empleos a largo plazo. Comparada con la peruana, otras economías de la región como Ecuador, Colombia, México y Chile (Alianza del Pacífico) tienen un índice de complejidad más alto.

“Ese es el gran desafío, de cómo volver a construir un crecimiento más redistributivo y en sectores donde se generen mejores empleos. Hacer que el crecimiento se traslade al mercado del trabajo”, manifestó.

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