El primer contacto que tuvo Natividad con los tejidos y bordados fue en su niñez. Observaba cómo en el patio de su casa, la matriarca del hogar, doña Encarnación Sullca, elaboraba prendas, tejía y las bordaba con animales y flores de su natal Coporaque, valle del Colca, en Caylloma.
Su habilidad se fue desarrollando al punto que con solo 10 años, ya vestía sola a sus muñecas, con trajes típicos de la zona. “Yo crecí con ese arte a mi alrededor, sin pensar que estaba empezando a descubrir mi talento”, expresa. Mientras que ella destacaba su ingenio para jugar y divertirse en casa con sus hermanos y hermanas, su madre y maestra lo hacía para sostener a la familia entera.
En aquel entonces, los turistas aún no llegaban por miles a visitar el Cañón del Colca, por lo que la madre de Natividad practicaba el trueque (intercambio de cosas) con sus vecinos, daba prendas de abrigo y trajes típicos a cambio de papa, maíz y demás productos para el alimento diario. Retrocediendo en el tiempo, ahora le es casi revelador caer en cuenta que su nombre Natividad Condori Sullca no solo es un referente en la artesanía de Arequipa, sino también es considerada una de las mejores artesanas del país.
El futuro de Natividad puede decirse que estaba escrito. De joven conoció a Leandro Suni, quien se convertiría en su compañero de vida, padre de sus hijos y socio de su empresa. Leandro, proveniente también de una familia de artesanos, junto a Natividad buscaron un mercado más grande en la ciudad de Arequipa.
“En Caylloma se vendía muy poco. En ese entonces solo se hacían trajes festivos, pero las personas ya no usaban esa vestimenta todos los días. Nos arriesgamos y apostamos por la ciudad”, recuerda. Aquellos años fueron de tropiezos, llanto, sin sabores, pero también de alegría, satisfacción y logros.
En referencia a los bordados de otras artesanas, el trabajo de Natividad empezó a destacar, por su técnica manual. Podía bordar por hora dalias, cactus, geranios, maíz, cóndor, vicuña, conejo, cuy, vizcacha, pájaro, patos y peces. Todo de memoria.
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Con temor empezó a concursar allá por el 2007 y desde entonces se ha hecho acreedora de más de 20 premios en Perú y en otros países de Latinoamérica. El último lo consiguió hace un mes, fue condecorada con la medalla nacional Joaquín López Antay 2023, otorgado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur).
Ganó en la categoría textil. Este premio tiene gran peso en el mundo de la artesanía, ya que es un reconocimiento expreso en la Ley del Artesano y del Desarrollo de la Actividad Artesanal, el cual busca reconocer la trayectoria artístico-artesanal de maestros artesanos del país.
Si bien tiene el deseo de que sus productos se exhiban en vitrinas de países internacionales, su sueño involucra el dejar legado. Piensa qué hay voluntad y muchas ganas en los jóvenes de ahora en aprender de estos tejidos y bordados con historia. “Quiero enseñar, no puedo llevarme lo que sé”, expresa, explicando que muchas jóvenes que trabajan y estudian ya pasaron por su taller y ahora están forjando sus propios caminos.