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En el cierre de  2015 , que por vez primera se realizó del 8 al 11 de diciembre en la Ciudad Blanca, el escritor  Díaz fue uno de los principales exponentes peruanos en dicha cita cultural que congregó a destacados intelectuales del mundo.

, escrito arequipeño y quien falleció hoy a la edad de 85 años, regresó en diciembre del año pasado a su querida “comarca” y como siempre, se hospedó en “La casa de mi abuela”, en la calle Jerusalén y a 6 cuadras de la plaza de Armas, pues como decía “aquí siento tranquilidad, respiro paz y me reencuentro con el olor de las plantas del huerto en la tierra que me vio nacer”.

El autor de “Los Inocentes” y “En octubre no hay milagros”, la noche del viernes 11 de diciembre último llegó hasta la Casona del Pisco, local ubicado en la calle San Francisco, enfrente donde funciona hoy la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa.

Tras ser saludado por quienes lo conocían se instaló en una mesa del segundo piso del local donde no se cansaba de contar sus anécdotas y recorridos por la literatura, quienes ávidos de conocer de su obra no se cansaban de compartir experiencias.

requerido por jóvenes y conocidos artistas como intelectuales, empero siempre estaba presto a conversar y narrar sobre su infancia en , su paso por los claustros de la Universidad Nacional de San Agustín, en donde tuvo sus primeros contactos con las obras universales, para concluir sus estudios en la Universidad Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, en Lima, donde se recibiría como profesor de Lengua y Literatura.

En un momento de esa tertulia y en medio de chilcanos y otros, el promotor de cultura de Huancayo, Willi Mateo (quien siempre tenía a Reynoso como principal expositor en la Feria del Libro de la Ciudad Incontrastable), se le acercó y lo invitó a participar de la cata de pisco que ofrecía el productor César Uyen Gordillo de la bodega “Cepas del Loro”, del valle de Majes en Arequipa, en el referido local.

Reynoso cauto recibió un primer vaso con pisco Acholado de “Cepas del Loro”. Saboreó y dijo “este es un buen producto, como todo lo que hay en , merece saborearlo y gozarlo”.

Después vendría otro sorbo con una Mollar, Uva Negra y cerró con un Mosto Verde.

Así comenzó la tertulia entre Reynoso y Uyen, sobre la bebida que es símbolo bandera del Perú: el pisco.

“La historia del pisco es interesante y conocer que los valles en  fueron los primeros productores de este buen licor es un orgullo y sobre eso merece escribir algún día”, decía Reynoso a Uyen esa noche, mientras coincidían en anécdotas.

El Maestro Reynoso valoraba lo que tenía su tierra y tras sentirse satisfecho se retiró para seguir con sus conversaciones.

La historia del pisco quedará en una anécdota más, pues  partió para juntarse con otros grandes escritores de la Ciudad Blanca y como coinciden en señalar quienes lo conocieron: “las letras están en duelo”.

Descanse maestro. 

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