Arequipa ha sido cuna de grandes personajes históricos, desde la independencia hasta nuestros gobernantes, cuna de hombres y mujeres que nos llenan de orgullo, uno de ellos es el periodista Juan Salas Ocharan, quien falleció el lunes en la noche a la edad de 82 años.
Su partida deja un gran dolor entre los periodistas y sus lectores de siempre, pues su paso por esta tierra lo dedicó a este quehacer y su familia, llegando a ser un ejemplo de profesional, maestro y padre.
Te puede interesar: Asociaciones de Arequipa se unen a favor de la paz ante protestas (VIDEO)
EL NACIMIENTO DE UN PERIODISTA
“Jusalo”, como lo llamaban muchos de sus amigos (porque era así como firmaba sus artículos), nació el 9 de mayo en Mollendo, sus estudios escolares los hizo en el colegio Independencia Americana y desde allí, ya se perfilaba como periodista.
Estuvo trabajando en diario El Pueblo, radio Continental, El Deber, y cómo no, también fue fundador de Diario Correo, casa periodística en la que estuvo por varios años, posteriormente pasó por Arequipa al Día. No podemos dejar de mencionar que fue decano del Consejo Departamental del Colegio de Periodistas, en su gestión se construyó lo que es ahora el local de esta institución durante el gobierno municipal de Luis Cáceres Velásquez.
LABOR
Jusalo estuvo 28 años en Correo, hasta su despedida en 1990. Su sentimiento por este matutino fue grande, ya que formó parte del equipo que vio nacer al diario. Pasó por muchos momentos gloriosos, así como dolorosos.
Sufrió en carne propia, lo que fue la crisis nacional y la toma de los medios de comunicación por el gobierno de Juan Velazco Alvarado en la década del 70.
En lo personal, tuvo que reponerse de la muerte de su esposa Graciela y el asesinato de una de sus hijas. Catorce años de su vida los dedicó a su labor como jefe de redacción y director interino de esta casa editora.
Hablar de sus anécdotas es casi imposible, pues su olfato periodístico lo llevó a contar muchas historias.
También puedes ver: Arequipa: Recogen más de 150 toneladas de residuos de José Luis Bustamante y Rivero
Una en particular fue cuando le dejaron un bebé en brazos. Tuvo que llevar al infante a la clínica San Juan de Dios donde descubrieron que el niño, Miguel Quispe, tenía poliomielitis. Tras varios días de gestión y esfuerzo, consiguió que sea enviado a Lima para recibir la atención médica que necesitaba.
Al pasar los años, ese infante se convirtió en el jefe de zapatería ortopédica de la clínica San Juan de Dios, ya su madre había regresado a su lado. Ese don de ser humano era lo que lo caracterizaba, era imposible no reconocerlo, pues hasta su voz ronca era muy singular.
Siempre con mensajes atinados, inclusive tras el retiro, nunca dejó de escribir, aún muchos guardamos aquella frase: “El motivo de mi permanente alegría, siempre ha sido tener en mis manos una buena noticia”. Hoy, escribe las historias desde el cielo, junto a otros grandes que partieron dejándonos páginas de historia.
Sus restos son velados en el colegio de Periodistas ,donde hoy a las 12 recibirá un homenaje póstumo. El sepelio es a las 16:00 en La Apacheta.