Chuquibamba se rinde a sus pies
Chuquibamba se rinde a sus pies

Me encuentro en una ciudad donde la gente cada vez que ve pasar a alguien levanta el sombrero y dice “buenas tardes” o “que le vaya bien”.

Un lugar donde todos se mueven en torno a la venta de leche, queso y carne, donde la oración y el culto es el acto más sagrado. “Tierra donde nadie es forastero”, es la frase que se puede adoptar para Chuquibamba, un poblado en medio de montañas y cuyos habitantes están casi siempre sonrientes.

Llegar aquí nos llevó cinco horas, pasando por Caylloma y Castilla. El viaje es largo , pero la vista es a momentos muy agradable.

El trayecto sirve para observar las montañas, algunas con flores de colores, pero lo mejor es estar fuera del ruido y la contaminación del parque automotor.

El ocho de diciembre es para los lugareños la fecha más importante del año, tanto o más como casarse, inclusive para despedirse de la vida.

“Recuerdo que de niño la celebración de la Inmaculada Concepción era una fiesta, todos se preparaban un año antes, todos preparaban su mejor muda para el 8 de diciembre, tocaban, bailaban y se redimían rezando al amanecer a la luz del alba”, nos contó Hugo Becerra, un hombre que nació, creció y espera morir en su adorada tierra.

Habíamos ingresado al Santuario de la Virgen de la Concepción, caminando entre calles empedradas y casonas de barro y carrizo, pasamos entre gente que se apuraba a la bendición, con ancianos que con manos entrelazadas ingresaban al recinto sagrado para recibir redención.

HISTORIA. Chuquibamba se encuentra a 2910 metros sobre el nivel del mar, fue creada en 1827, primero fue llamada villa y después ciudad.

Su día festivo es el siete de diciembre, como contaron algunos de sus pobladores. Y es que aquí la gente no se resiste a mantener una charla. “Acá hay pura gente buena”, fue la expresión que se nos quedó grabada cuando conversamos con Santiago Huamaní, poblador de Iray.

Participamos en la eucaristía por el 8 de diciembre, el lugar estuvo lleno de gente que esperaba el agua bendita, pobladores que aguardaban por las palabras del obispo para reflexionar sobre su vida o pedirle a la virgen les otorgue paz espiritual.

“Demos gracias a Dios por su bondad, por la gracia retribuida a Chuquibamba, a su gente que celebra y mantiene viva la espiritualidad y el misterio de María”, expresó el obispo de Chuquibamba - Camaná, Mario Busquets Jordá.

“Han cambiado algunas cosas, pero lo que continúa es la fe a la Virgen, la devoción e ímpetu de su gente por conservar sus tradiciones”, nos dijo Hugo Becerra quien este año es alferado de la fiesta de la patrona de Chuquibamba.

El hombre más antiguo. En busca de la historia de Chuquibamba encontramos a Melchor Huamaní Medina, tienen 105 años. Usa dos bastones para sostenerse pero aún recuerda muchas cosas, sus ganas de vivir se notan cuando nos dice: “Cómo se pasa la vida, acá todos mis amigos ya se han muerto”, su frase es tan cierta como que estuvo a punto de morir hace una semana debido a un mal estomacal.

Nacido en el mismo corazón de Chuquibamba, Melchor recuerda de vez en cuando su juventud a través de un cuadro en donde se encuentra su rostro 50 años más joven. 

“El secreto para vivir es comer sano, leche, carne, queso, todo natural ahora todo lo que sembramos cambió, la alfalfa crecía bien grande, hoy ya no”. La conversación se interrumpo pues el hombre se perdía en sus pensamientos debido a su edad, el oído le fallaba y el sueño lo invitaba a dormir.

La fiesta continúa, la procesión y el baile aún siguen, esperamos los días venideros para seguir contando una historia que empezó ayer por la mañana.

LA FIESTA. Cientos de personas participan todos los años en los actos por esta festividad, la ocasión es propicia para la reunión de familias que durante el año han permanecido separadas y es la antesala para los actos por navidad. El ambiente de fiesta invade todo el pueblo y el aroma de deliciosos platos típicos como el quesillo, el lechón al horno o el bizcochuelo inundan el aire y nos invitan a buscar un lugar para comer.

La tranquilidad del lugar nos invade y es contagiante, las preocupaciones quedaron atrás, como la carrera del día a día en la ciudad. Las horas pasan y ya comienza la procesión, los pobladores se agrupan, todos se saludan , rezan y nosotros los seguimos, invadidos por el mismo espíritu.

Después de eso, seguro que surgirá una nueva historia.

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