El uno y dos de noviembre, Fiesta de Todos los Santos y Fieles Difuntos, los cementerios de la ciudad se convertían, en años pre pandemia, en un bosque de flores multicolores, pero siempre hubo uno que permanecía cerrado y no recibía ningún tipo de visitas. “El Panteón de los Prelados y Mausoleo del Gran Pastor”, como es el nombre que recibe el cementerio al interior de la Basílica Catedral de Arequipa, alberga los restos de los gentiles hombres de la ciudad que lideraron la Iglesia.
Un ilustre sacerdote fue enterrado, el 19 de agosto del 2010, cuando se abrieron sus puertas luego de la celebración de la Misa de Cuerpo Presente del Deán José Francisco Rivera Martínez. Pocos pudieron entrar al ambiente de 30 metros cuadrados y muchos menos atravesar los seis pasos que separan la puerta de entrada del único pabellón que existe en el lugar y que tiene 24 nichos. El más antiguo ocupante, si tomamos en cuenta la fecha de fallecimiento, es el Deán Juan Gualberto Valdivia, cuya muerte acaeció en 1884. Pero no se crea que con él se inauguró este camposanto ubicado en el corazón de la ciudad.
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En el año de 1948, surge la idea entre los miembros del Cabildo Catedralicio de disponer un ambiente para el entierro de los deanes y obispos y de tres años atrás fallecido primer Arzobispo de Arequipa, Mons. Mariano Holguín. El problema era la ubicación, que se debatió entre la entonces capilla de san Camilo, en lo que ahora es la capilla del Señor del Gran Poder u otro lugar adecuado. La controversia se soluciona recién en 1950 y el primer lugar propuesto fue el sitio en el que se construiría el lugar de reposo. Pero no pudo efectivizarse el proyecto hasta el año de 1959 cuando se juntó el presupuesto de 22 mil 400 soles de oro de la época para comprar el mármol y disponer de los trabajadores que culminaron con las obras, justo para el centenario del nacimiento de Mons. Holguín. El 6 de octubre de 1960 celebró la Misa el Arzobispo Mons. Leonardo Rodriguez Ballón y se procedió a trasladar los restos de los deanes y obispos.
Aparte de los nichos existe el mausoleo de Mons. Holguín, el del Padre Hipólito Duhamel y de Mons. Bartolomé Herrera y en el pabellón aún hay 10 espacios sin ocupar en espera de los próximos deanes, obispos y arzobispos, pero que no sea en tiempos cercanos, como es el deseo de una Iglesia que ama a sus sacerdotes y ya sufrió en esos meses la perdida de muchos.