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Ya no tengo a mi hermano, pero los tengo a ustedes para encontrar a los asesinos. Quiero verles la cara”, dijo ayer Jaime Cáceres a los “hermanos policías” mientras intentaba no llorar en la última despedida del suboficial técnico de primera, Jhony Cáceres Gonzáles, ascendido póstumamente al grado de brigadier.

El hermano del policía héroe usó estas palabras para que las autoridades capturen a los responsables.

“Quiero que esto no se quede impune. Yo en este momento quiero invocar a las autoridades. Recomiendo a sus hermanos de la institución que él sea una muestra de que la delincuencia está avanzando”, agregó.

Después de su breve discurso, Jaime acompañó el féretro cargado por sus amigos de la Unidad de Salvataje. Mientras caminaba se repetía: “Quiero ver a ese delincuente”.

Junto a sus familiares, recordó al menor de los seis hermanos como una persona ejemplar no solo en su institución, también en casa.

La última vez que vio al brigadier Jhony fue hace dos semanas en Cusco, donde fue trasladado. “Me dijo que tenía que ir a una comisión y después iba a volver a Arequipa. Teníamos muchos planes para después de terminar nuestro servicio”.

En los siguientes años tenían planeado formar una empresa entre los tres hermanos.

DESPEDIDA. Familiares, amigos y autoridades policiales, encabezadas por el general de la Policía Walter Ortiz, se reunieron en el cementerio Jardines de Arequipa, donde se llevó a cabo una pequeña ceremonia y se dio lectura a la resolución de ascenso póstumo.

También participaron sus compañeros de promoción de la FAP, Grupo Aéreo N° 4 y su promoción de la policía. “Cuando hay algún evento es bien difícil que nos podamos reunir todos. Y hoy estamos aquí”, indicaron.

Entre sus conversaciones recordaron a Cáceres como una persona alegre que nunca olvidaba nada. “Te veía en la calle y te saludaba con un fuerte abrazo”.

Antes de que el cuerpo del efectivo policial sea trasladado al cementerio, el ministro del Interior Carlos Basombrío señalaba a los medios que “la insensibilidad duele”, debido al traslado en condiciones negligentes desde Puerto Maldonado a la ciudad de Arequipa en la parrilla de un taxi.

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