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“Viví en la calle Zela 404, en Arequipa, fueron los mejores años de mi infancia con mis hermanos”, cuenta emocionada y con una amable sonrisa que deja escapar su rostro marcado con esos surcos labrados por el tiempo, doña Ángela Margarita Jeria Gómez, aquella niña que llegó hace 79 años al puerto de Mollendo con sus hermanos Alicia, Alberto, Arturo y Máximo para reunirse con su padre Máximo, quien regresaba de Centroamérica para instalar una filial de las tiendas Singer en una esquina de la Plaza de Armas de la Ciudad Blanca.

“Mi padre no estaba cuando falleció mi madre Ángela en Santiago. Él estaba de viaje por los negocios que hacía con máquinas y por un tiempo nos acogió un amigo de la familia y luego abordamos un barco rumbo a Mollendo para estar juntos todos”, cuenta su historia con sentimiento especial, sobre todo cuando fluye de sus labios la palabra Arequipa, reiterando que el inmueble donde los acogieron era de la familia Urquieta, a pocos metros del convento Santa Catalina.

- ¿Y qué recuerdos tiene de esos años en Arequipa….?, no terminó de formular la pregunta que inmediatamente dice: - “muchos y bonitos, esos que son especiales y ayudan a ser feliz a uno con las personas que quiere y crece. Iba en bicicleta a la plaza de armas a dar vueltas y jugar…”

Aprovecho una pausa en su declaración para preguntarle:

- ¿Qué le marcó la Ciudad Blanca?

Guarda silencio unos segundos y con melancolía dice: - “tengo el recuerdo de sus tres hermosos volcanes: Pichu Pichu, Chachani y el Misti, que dejan huella a quienes viven en esa acogedora ciudad. Me viene a la memoria las tardes de los domingos cuando íbamos en familia a las piscinas de Tingo y las chacras de Tiabaya”.

Ángela Jeria estudió en el colegio fiscal de monjas de Arequipa por 2 años, aunque no era creyente -según precisa- recibió su educación ahí y a los 12 años partió a Lima con toda su familia, ciudad en la cual hizo la primera comunión.

Pasarían los años y regresó a Chile, en 1945 se casó con Alberto Bachelet, quien tiempo después sería general de brigada de la Fuerza Aérea chilena y con quien tuvo 2 hijos: Alberto (1946) y Verónica Michelle (1951).

Motivada por todo lo que conoció en Perú, a los 43 años decide estudiar arqueología en la Universidad de Chile, sin embargo, su carrera se trunca cuando en 1973 se inicia el régimen militar con el golpe de Estado promovido por Augusto Pinochet. Su esposo al oponerse a dicha medida es detenido, torturado y muere de un infarto en 1974.

A partir de esa fecha se convertiría en importante figura de la política chilena, en especial buscando la verdad sobre lo que ocurrió a su esposo y tantos chilenos que murieron en los años de la dictadura.

Esa niña que vivió en Arequipa, en Lima, se casó en Santiago y años después recibió la noticia que el padre de sus hijos fallecía tras torturas y por años vivió en el exilio, nunca se cansó de buscar la verdad y justicia de tan doloroso suceso que marcó su vida.

Ángela Jeria, esperaba conocer la verdad y esa llegó el último 21 de noviembre cuando el juez Mario Carroza condenaba a tres años y un día de pena efectiva al ex oficial Edgar Ceballos y dos años y un día contra Ramón Cáceres.

- ¿Qué buscaba con el fallo señora Angela?

“Solo verdad y justicia, que el fallo sirva de ejemplo para otras familias que anhelan saber qué pasó con sus seres queridos que perdieron la vida en los años de dictadura y de esa posición también es mi hija Michelle Bachelet, todos tenemos derecho de conocer la verdad, aquí no hay rencor ni venganza”, responde mientras me indican que la movilidad para ir al aeropuerto de regreso a Lima está con el tiempo preciso y debo terminar la conversación, que de no ser por dicha presión quizás se prolongaba por varias horas.Ella se queda sentada junto a la mesa. Toma un poco a agua y algunos invitados a la hacienda Santa Ana en Colchagua, Chile, la rodean para sacarse unas fotos para el recuerdo, entre ellos Julio Jamillo, loretano (charapa) que por más de 30 años trabaja como chofer de la embajada peruana en dicho país, mientras me siento obligado a partir.

Dos días antes, jueves 20 de noviembre, estaba en el Palacio de la Moneda en Santiago, donde la anfitriona era la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, hija de Ángela Jeria, quien confesaba: “mi sueño es visitar Machu Picchu, todos de mi familia conocen esta maravilla y yo no”. Quizás en cualquier momento doña Ángela invitará a su hija Michelle para viajar y conocer Cusco y Machu Picchu.