Cuando uno es adulto, tiene hijos o ya trabaja, añora, en la mayoría de veces, aquellos años en que no existían preocupaciones, o cuando la vida era más sencilla, entre juegos y cuadernos, además de carpetas y profesores.
Ese mismo pensamiento pasaba por la cabeza de los estudiantes de la promoción 1972 del colegio Gran Unidad Mariano Melgar, pues este año celebraban sus bodas de oro, y no tuvieron mejor idea que volverse a juntar, pero esta vez, para realizar una “clase del recuerdo”.
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Reencuentro
Todos pusieron su granito de arena, pero quien tuvo la idea de juntar a casi toda la promoción, fue el ingeniero Jorge Luis Pretto Chávez, quien se dedicó por varios días en ubicar a la mayor cantidad de compañeros y amigos de la promoción.
“Estoy contento, porque vuelvo a pisar mi colegio, es cierto, han cambiado las cosas, pero volverse a encontrar con los amigos que no ves años, es muy reconfortante”, nos menciona mientras se agarra el pecho lleno de orgullo por su institución.
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El anhelado encuentro se dio el miércoles al medio día, poco a poco, los alumnos de la promoción llegaban de a pocos, vestidos con sus polos, bufandas y gorros que mandaron hacer para este encuentro.
A clases
Luego de tomarse fotos y conversar un poco, una profesora dijo fuertemente: “chicos ya es hora”, en efecto, era momento de ir a las aulas. Salieron al patio y formaron filas de tres, otro docente se encargó de que estén bien alineados y uno a uno comenzaban a subir por las gradas del colegio hasta llegar a dos aulas que habían sido acondicionados para esta ocasión.
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“El colegio no es el mismo, las clases no son las mismas, pero entras y hay una nostalgia tan grande, un sentimiento único”, nos mencionó José Alvear, un reconocido escritor arequipeño quien, a pesar de estar en silla de ruedas, eso no le impidió llegar al plantel por esta fecha tan especial.
La sorpresa no terminaba allí, pues también llegaron algunos docentes de esa época, como Pedro Mansilla Vásquez, el “profe” de matemática. “Muy feliz de ver a mis alumnos, de haber sido parte de sus vidas, contento de ser docente de la Gran Unidad”, menciona con algo de dificultad por su avanzada edad.
“Yo enseñaba Inglés, y estos chicos, eran, pues de todo, estudiosos, chacoteros, traviesos, pero en el fondo, buenos muchachos, me da mucha alegría volverlos a ver”, dijo el maestro Lucio Motta. Así fue este reencuentro, lleno de alegría y anécdotas, aquellas que todos valoraremos en alguna oportunidad.