Pese al piso candente, por el intenso sol de las 12:00 horas del día, Rosario Ramos, caminó descalza delante de la imagen del Cristo Moreno. Igual que las otras devotas que cargaban su cruz, por momentos pisaba de “puntitas” o solo con el talón para no quemarse los pies.
“El piso está quemante, eso es normal, pero uno se acostumbra”, dijo.
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AYUDA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS A DEVOTAS
Rosario participa 30 años en las procesiones del Señor de los Milagros y ayer lo hizo con la misma devoción. En años anteriores fue para pedir el milagro de sanación, ahora lo hizo para agradecer.
“Me estoy curando del cáncer, hace 6 años que lo hago”, contó brevemente.
De igual forma, Susana Delgado, es una anciana de 97 años, pero pese a su avanzada edad salió a la última procesión del Cristo de Pachacamilla. Acompañado de un familiar, participó en el recorrido con su atuendo morado.
La mujer, que se mantiene lúcida, aseguró que el señor le quitó los dolores de cabeza que sufría constantemente, pero sobre todo le curó de la gastritis.
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Su esposo, también adulto mayor, no pudo asistir, debido a los malestares propios de la edad y se quedó en casa. Sin embargo, Susana Delgado dijo que ella caminaba en la procesión, en representación de ambos.
Algunas devotas hicieron el recorrido en muletas, pese a la extrema sensación de calor y la radiación que afectaba directamente a la piel.
En medio de cantos, oraciones, aplausos, el olor a sahumerio y el repique de campanas, el anda de mil kilos del Señor de los Milagros salió del templo San Agustín y tras recorrer algunas calles del Centro Histórico por varias horas, retornó al mismo templo. A esta ceremonia también hubo feligreses que asistieron por primera vez, como, Nancy Alvarado, quien contó que su hijo era miembro de una de las cuadrillas. También acudió para agradecer a Jesús.