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“Existiendo elementos probatorios suficientes que determinarían la comisión de infracciones disciplinarias graves, pasibles de una eventual destitución”.

Así de lapidaria para el fiscal de la Nación Carlos Ramos Heredia, es parte de los considerandos de la resolución 2016-2014 del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) que en la víspera, determinó su suspensión preventiva durante seis meses.

EL CONTENIDO. Según el documento al que ha tenido acceso Correo, existen hasta 39 considerandos en los que se basan los miembros del CNM para haber tomado esta decisión histórica para la imagen del Ministerio Público.

Para el CNM los elementos con los que ahora se cuenta sobre Ramos, lo complican.

“A la fecha ya se ha recopilado elementos o indicios racionales suficientes como para abrir procesos disciplinarios por hechos graves que son pasibles de la sanción de destitución” remarcan.

Además de los procesos de investigación que tiene Ramos por la destitución de los fiscales que allanaron “La Centralita” en el 2011 y la sanción al fiscal José Checa, quien realizó una intervención a la camioneta de César Álvarez; hay más ‘perlas’ sobre Ramos.

El proceso disciplinario 043-2014 se le imputa “parcialización en el trámite de denuncias de las denuncias y cuestionamientos al desempeño funcional” del entonces fiscal decano del Santa, Dante Farro Murillo.

En el caso de la sanción al fiscal Checa, consideran que esta fue “arbitraria” y que actuó con “falta de objetividad, razonabilidad y proporcionalidad”.

Pesaron también sus presuntos vínculos con los detenidos César Álvarez y Rodolfo Orellana, acusados de liderar redes de corrupción y criminales.

SIN VOZ. Pese a todos estos elementos, la consejera Luz Marina Guzmán, evitó ayer pronunciarse sobre Ramos Heredia.

Alegando que se encuentra de vacaciones, prefirió no sentar posición sobre la crisis que atraviesa el Ministerio Público. Consideró que no existió ninguna infidencia en que Ramos haya revelado el paradero de Martín Belaunde. “Si es otro país, no lo considero”, dijo.

Se negó a hacer un mea culpa por Áncash y asistió a la juramentación como alcalde de Nuevo Chimbote de “su amigo” Valentín Fernández, cuestionado por sus denuncias por corrupción

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