El amor “especial” de una madre por partida triple
El amor “especial” de una madre por partida triple

Son las 4:30 de la madrugada. La pequeña luz de un foco ahorrador ilumina al interior de una humilde vivienda de esteras y palos a punto de caer, ubicada en el pueblo joven Isla Blanca, en las faldas del cerro San Pedro, en . La señora María Rivera Pérez de 67 años, se prepara a iniciar un nuevo día, una nueva jornada por sacar adelante a sus tres hijos con retardo mental, a quienes cría con mucho amor.

ESPECIAL

María Rivera es natural de Callao, Lima. Llegó a Chimbote muy joven cuando la ciudad se encontraba en su auge y el título de “ciudad de la pesca y el acero” no era tan solo una leyenda.

Desde temprana edad conoció lo que era ganarse el pan con el sudor de la frente. Lavar platos, ropa, limpiar casas y toda actividad honrada, era una buena opción para poder sustentarse.

María se enamoró y producto de ese amor, nacieron sus tres hijos Enso Jorge Gonzales (38), Ítalo Enrique Gonzáles Rivera (32) y Agapito Gonzales Rivera (25). El padre de los chicos falleció en Trujillo en un accidente de tránsito, hace más de 20 años.

Conforme los hijos de María iban creciendo, evidenciaban signos de que algo no estaba del todo bien, al menos físicamente. A los tres les diagnosticaron retardo mental - en algunos casos leve y en otro moderado - cuando pasaban por la etapa de la niñez.

Ver a sus hijos convertiste en personas “especiales” no era del todo novedoso para María. Dos de sus hermanos también padecieron el mismo trastorno. Los médicos le han dicho que ese factor pudo sumar mucho a que sus vástagos padezcan de esta enfermedad.Es por eso quizá que para María, el diagnóstico médico no resultó tan trágico.

“Nunca renegué, al contrario doy gracias a Dios, porque quizá al hijo enfermo se le quiere más, porque se le da más atención, requieren más cuidados. Muchas personas pueden verlos mal, pero son chicos muy inteligentes, aprenden rápido a hacer las cosas, de eso me doy cuenta cuando les mando a hacer las cosas o a cocinar”, comenta.

TRABAJO

Doña María no posee propiedades ni riquezas, pero el amor por el trabajo es el mayor legado que ha podido dejarle a sus hijos. Si usted quizá pensó que por tener la enfermedad estos chicos solo esperan dádivas, se equivocó.

Enso e Ítalo se ganan la vida lavando carros, ayudando a cargar agua a sus vecinos o vendiendo plásticos. Unos soles en sus bolsillos y dinero para ayudar en casa, nunca les faltan. Además de ello, cuando uno de los dos no trabaja, sabe muy bien que le toca ayudar en las labores de casa, ya sea cocinando o lavando la ropa.

A doña María casi todos los chimbotanos la conocen. Ella recorre las calles del puerto con la escoba en una de sus manos y en su otro brazo sujeta a su hijo menor, Agapito. Ambos laboran en el servicio de Limpieza Pública de la Municipalidad Provincial del Santa (MPS).

María Rivera es trabajadora de la comuna provincial desde el 2006. Luego, con la ayuda de las autoridades consiguió un cupo de trabajo para su último hijo: este valiente jovencito, sin darse cuenta quizá, es actualmente el sustento de su familia.

Y es que su madre por el momento no tiene vínculo laboral con la comuna. Ella está esperando que los jefes de área la llamen y le den la buena noticia que regresará a laborar y barrer las calles de Chimbote.

“Mi hijito (Agapito) sí tiene trabajo, gracias a Dios, para qué no me quejo. Él es el que está trabajando actualmente, solo que yo lo acompaño por lo que él es especial y tengo miedo que le pase algo en la calle o se pierda, es por eso que yo lo acompaño (...) no tendría mejor regalo por el Día de la Madre, que me digan que regresaré a trabajar, porque sería otro apoyo para ellos (señala a sus hijos)”, expresa.

De los tres hijos de María, el último, Agapito, es con quien la enfermedad se ha ensañado con más fuerza. Actualmente, el joven está medicado por el psiquiatra para tratar de controlar algunas de las crisis. Pero sin duda, la mejor terapia parece ser recorrer las calles para servir a los demás y contribuir a que no tengamos una ciudad tan sucia.

MADRE

El trabajo sacrificado y el paso de los años no han sido ajenos al cuerpo de la señora María. Hace un tiempo le diagnosticaron osteoporosis en los huesos de sus piernas, pero ni siquiera ello ha frenado su esfuerzo por sacar adelante a su familia.

María ingresa a laborar a la 1:00 de la tarde, por ello es que lucha contra el reloj por la mañana para sacarle el mayor provecho a esa etapa del día y poder atender a sus hijos.

En su casa hay que madrugar para conseguir agua. En botellas hay que asegurarse con la cantidad necesaria del liquido elemento para cocinar, asearse, limpiar la vivienda y la ropa.

La siguiente labor del día es encender la pequeña y vieja cocina eléctrica para preparar el desayuno. Si le alcanza tiempo, deja listo todo el almuerzo, sino instruye a uno de su hijos cuál es el menú de hoy para que el pueda culminar con la preparación de los alimentos.

María le dice a Agapito que llegó la hora de ir al trabajo. Hay que bajar una tramo del cerro para llegar a la pista y tomar el colectivo que los llevará al centro de trabajo.

Mientras que María y Agapito cogen las escobas, la mujer no deja de ser madre. En su mente están sus otros dos hijos, piensa cómo estarán, qué estarán haciendo, si estarán bien y todas esas preocupaciones de madre, que a veces los hijos no entendemos muy bien.

Esa misma ansiedad que siente a trabajar a veces desvela por las noches a María al pensar qué será de sus hijos, cuando ella ya no esté más en esta tierra.

“Me alegra que mi Agapito ya tenga su trabajito estable, yo le digo que él los va a ver a sus demás hermanos, pero me gustaría dejarlos con una casita mejor, con más cosas, eso me preocupa a mi, qué será de ellos cuando yo no esté, quién me los verá”, expresa mientras se seca las lágrimas.

Hoy quizá Agapito y María no estén barriendo las calles. Por su condición de madre probablemente le den el día libre. La pasará con sus tres hijos, con muchas carencias, es cierto, pero estas son cubiertas por un amor especial, por partida triple.

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