La historia de tres padres de hierro
La historia de tres padres de hierro

Desde hace varios años, sin importar las bromas que han recibido, de parte de una sociedad que -sin duda- aún se resiste a sacudirse de los roles impuestos en antaño para hombres y mujeres, llegan muy temprano a la escuela y se visten de blanco, con mandil, toca y tapaboca, para participar activamente en el proceso del servicio alimentario.

A Eugenio, Ángel y Bernabé, docentes y presidente de la APAFA, respectivamente, de la institución educativa N° 89008 “Andrés Avelino Cáceres” del asentamiento humano Esperanza Alta en Chimbote, no los une un lazo de sangre, pero sí el compromiso y trabajo arduo por un servicio alimentario de calidad en beneficio de los niños y niñas estudiantes.

Para ellos no es problema cocinar, servir o distribuir los alimentos si en retribución van recibir la sonrisa de los alumnos al consumir su desayuno escolar muy temprano por la mañana, como parte del programa Qali Warma, que impulsa el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.

También tienen en común que son padres de familia y, además de apoyar en el servicio alimentario de su colegio, cada uno de ellos desempeña un trabajo que les permite ser el sustento económico de sus hogares. Por si fuera poco, llegan a casa a participar activamente de las labores del hogar y, a pesar de lo extenuante del día, aún tienen fuerzas para abrazar y llenar de amor a su familia.

EL PROFE

“Cuando las madres faltaban yo mismo era”, menciona Eugenio Nunja Rojas, docente de 63 años, quien recuerda haber sido subdirector de escuela y presidente del Comité de Alimentación Escolar (CAE). Cada vez que alguna madre falta a la preparación del desayuno escolar, no duda en coger su mandil y vestirse de blanco para hacer gala de sus dotes culinarios y preparar los alimentos.

El profe Nunja, como lo llaman su colegas, tiene 32 años de labor docente en esta escuela y ha pasado por situaciones difíciles desde su niñez, recuerda que cuando era niño sus padres se dedicaban a la venta de leña y las posibilidades económicas eran tan escasas que su primer empleo fue a los 8 años como vendedor de periódicos, a pesar de ello, su deseo de superación fue tan grande que lo llevaron a completar los estudios que hoy le permiten trabajar en lo que más le apasiona: la docencia.

Es por eso que Nunja hoy en día, siendo ya padre de familia y docente, remarca que para salir adelante no hay mejor fórmula que la educación.

SUPERACIÓN 

“No es un castillo, pero si un pedacito de cielo en la tierra”, así describe a su hogar Ángel Nuñuvero Cornelio, docente de profesión con 60 años de edad.

Siendo el mayor de 11 hermanos, recuerda que hace 34 años contrajo matrimonio con una joven a la que conoció dos años antes y le pidió matrimonio el mismo día de conocerla.

Una ancha sonrisa se esboza en su rostro mientras relata que tiene 5 hijos, todos adultos, cuatro de ellos con una profesión ya forjada y el último cursando sus estudios superiores.

Sin embargo, esa sonrisa se ve ensombrecida al recordar que, al contraer matrimonio a sus veintiséis años, él no tenía ni secundaria completa, lo que originaba que no contara con un trabajo estable, mucho menos bien remunerado como para sacar adelante su hogar.

Pero el amor a su esposa e hijos lo llenó de la fortaleza necesaria para trabajar y estudiar a la vez, terminó secundaria en una escuela nocturna y siguió estudiando hasta convertirse en docente.

ADVERSIDAD

“Inicié en la cocina tras una terrible noticia en mi familia”, así inicia su relato Alexander Bernabé Chávez (39), presidente de la APAFA, quien recuerda que, a pesar de ser muy humilde, tuvo que renunciar a su trabajo y dedicarse a las labores del hogar, luego de que a su esposa le diagnosticaran, hace cinco años, cáncer de seno.

“Fueron momentos muy duros, pero no podía derrumbarme, solo me encomendaba a Dios y le pedía por la salud de mi esposa y el bienestar de mis cuatro hijos”, recuerda.

Es así como, el señor Berna, como lo conocen los docentes y estudiantes en el colegio, se dedicó a tiempo completo al cuidado de su esposa e hijos, ello incluía participar en la preparación del desayuno escolar para 200 niños.

Afortunadamente, su esposa logró superar el cáncer y él sigue siendo un ejemplo de lucha y fortaleza, pues continua participando en las labores del hogar, preparación del desayuno escolar y, por si fuera poco, trabaja de mil oficios brindando servicios generales para solventar los gastos de la casa.

Estas tres historias son algunas de las que sin duda existen en el Perú, de padres ejemplo de tesón y trabajo, que dejan todo de sí por sacar adelante a sus familias.