El primer grupo organizado de monitoreo y vigilancia ambiental con comunidades nativas en Perú, el Programa Ambiental Comunitario del Bajo Urubamba (PMAC) de Camisea, Cusco, cumplió 18 años trabajando en las comunidades indígenas para que participen en un control independiente para que las empresas de hidrocarburos cumplan con sus compromisos ambientales.
El PMAC nació en el 2002 para monitorear y vigilar el proyecto de hidrocarburos de Camisea, operado por Pluspetrol, en la espesura cusqueña del Bajo Urubamba, provincia La Convención. Esta zona es considerada uno de los 34 hotspots de biodiversidad del mundo.
Desde que inició su labor de fiscalización, el programa fue formado por 22 monitores de 9 comunidades nativas yines y matsigenkas y 2 asentamientos de colonos del Bajo Urubamba. Estos representantes indígenas provienen de la Central de Comunidades Nativas Machiguenga “Juan Santos Atahualpa”, el Consejo Machiguenga del Río Urubamba y la Federación de Comunidades Nativas Yine Yami.
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Para complementar el trabajo del programa, la empresa implementó el Programa de Monitoreo de la Biodiversidad (PMB), que investiga, registra y preserva para la ciencia a más de 2,200 especies terrestres y acuáticas, entre ellas el famoso tapir, el jaguar –el felino más grande de Latinoamérica– y diversidad de coloridos insectos, y donde también participan coinvestigadores de los pueblos indígenas del Bajo Urubamba.
Si bien el PMAC fue la primera iniciativa de su clase en Perú, el éxito del programa permitió que el modelo se replique. En la actualidad, se desarrollan diversos proyectos similares en distintas zonas del país donde monitores de comunidades indígenas independientes realizan actividades de vigilancia a las industrias extractivas ubicadas en sus respectivas regiones.
Dieciocho años después, el programa es una herramienta fundamental para promover la vigilancia en uno de los puntos más bellos de la Amazonía del Perú, un paraíso natural con una flora y fauna únicas, que han sido expuestas a través de reportajes, fotografías o documentales, como testimonio de por qué la biodiversidad del Bajo Urubamba es admirada a nivel mundial.