En la reciente Encuesta del Poder de 2023, realizada por Ipsos Perú, la presidente de la República, Dina Boluarte, encabeza la lista como la persona con más poder en nuestro país. Sin embargo, detrás de esta aparente victoria, se esconde una verdad incómoda: La mandataria enfrenta una desaprobación del 82% por parte de la población. Este contraste entre poder y desaprobación plantea un dilema político y técnico que merece un análisis profundo.
El poder no puede ser medido únicamente por la posición que uno ocupa en la jerarquía gubernamental. El poder real emana del respaldo y la confianza de la población. En este sentido, una desaprobación del 82% es un indicador claro de que, a pesar de su posición, Dina Boluarte carece del apoyo de los peruanos necesario para mantener su gestión.
Su desaprobación masiva debe ser una señal de alarma para cualquier político en el Perú. Un líder político no puede gobernar eficazmente si la mayoría de la población desconfía de su capacidad o cuestiona su idoneidad y la desaprueba. El poder político sin legitimidad democrática es frágil y efímero. La presidenta debe tomar medidas urgentes para recuperar la confianza de los peruanos si pretende gobernar hasta el 2026.
Si no logra revertir esta desaprobación, su poder irá en decadencia y se mantendrá como una mera sombra de lo que podría ser, un recordatorio de que el poder real se construye desde la base del apoyo, la confianza y legitimidad de la población.