En el Domingo de Ramos, una multitud de católicos se congregaron ayer en el centro de Huancayo, para seguir el recorrido de Jesús, que avanzaba montado en un burro de Sicaya sobre una alfombra de mantas andinas.
Hacia ambos lados, los fieles católicos levantaban las palmas y ramos, que el cardenal Pedro Barreto Jimeno bendecía.
De esta manera iniciaron ayer los actos litúrgicos por la Semana Santa en Huancayo, donde diversas parroquias cumplieron la bendición de las palmas.
Augusto Bautista, un campesino sicaino fue quien trajo los burros de ofrenda al Señor del Triunfo. Como todos los años, los pollinos estaban cargados de canastas de frutas.
Aunque, la mayoría de fieles llevaban las palmas tejidas con diversas formas, los campesinos cortaron sus plantas de maíz. El recorrido inició en la parroquia Inmaculada, avanzó por los jirones Ica, Ancash, Loreto, para ingresar a la calle Real.
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EMPUJONES.
A cada paso se sumaban más y más fieles. Los más jóvenes trataban de avanzar en medio del tumulto, pero algunas personas adultas mayores y madres con sus niños eran empujados. En medio de la multitud. Se perdieron al menos cuatro niños pero los hallaron. Los policías conmovidos por la fe, cogían los ramos de ancianos y mujeres en silla de ruedas y las acercaban al Señor del Triunfo, para la bendición.
ORACIÓN.
El Cardenal Pedro Barreto Jimeno, dijo que es una semana santa muy distinta, ya que en el país, vivimos acontecimientos difíciles. La autoridad eclesiástica, recordó al papa Francisco, que se recuperó y celebra la Semana Santa. Mencionó que su santidad, siempre pidió por la paz en el país, para que no hayan más muertes de personas inocentes como ocurrió en las protestas en enero, que dejó a muchos familiares llorando por sus seres queridos.
Pidió que todos nos unamos por el Perú y que vivamos la fe comprometida con la justicia, la paz, la fraternidad y el cuidado por la casa común. También habló de la contaminación en el río Mantaro y expresó su preocupación por la desglaciación del nevado Huaytapallana. La autoridad cuestionó la corrupción, que está en cada uno de nosotros, muchas veces movida por el dinero, que sigue desde el tiempo de Jesús hasta ahora.