La creatividad no tiene límites. Detrás de la gran muralla que cerca el establecimiento penitenciario de Chincha hay un grupo conformado por 10 internos que han comenzado a desarrollar su arte con fines de obtener rentabilidad económica para el sostenimiento de sus familias. Sus trabajos hechos con cerámica se venden en un local del Mercado Central, ubicado en el cercado de Lima.
Parte del trabajo
Estos hombres que perdieron su libertad por la comisión de hechos ilícitos han encontrado en la cerámica un medio para trabajar y conseguir dinero con su esfuerzo. Jean Sotomayor es uno de ellos, quien emprende la creación de artículos con diferentes motivos. Junto a él están en el taller que administra el Instituto Nacional Penitenciario, Hugo Jerí y Juan Puertas, cada uno aporta lo suyo al emprendimiento. Jerí, natural de Ayacucho, hace cinco años llegó al Penal chinchano. Él, ya conocía la técnica de trabajar con cerámica y poco a poco fue dando el paso para el esfuerzo en equipo. Puertas también está en este grupo y por la experiencia que ha ganado asume el rol de marketing. Con este soporte los productos que se fabrican en el penal se proyectan a alcanzar más mercados, pero antes buscan la formalización de la empresa.
El jefe del área de trabajo del recinto penitenciario Mario Reyes Guzmán indicó que los 10 internos coinciden en formalizar su actividad. Agrega que el trámite se realiza ante las entidades correspondientes para darle un mayor respaldo al esfuerzo colectivo de los presos. Señala además que a través del familiar de uno de ellos se llevan los artículos para ser vendidos en la ciudad capital.
Cabe recordar que los internos de este reclusorio han destacado desde antes por su creatividad para formar figuras que han ganado el primer lugar en competencias que organiza el Inpe. Sus trabajos también han llegado a eventos que promueve el Ministerio de Educación, como el busto de Amador Ballumbrosio, que guarda en su cabeza pequeñas estatuillas que representan la cultura afrodescendiente.