La misión pastoral de las hermanas Harbert
La misión pastoral de las hermanas Harbert

Francisca Harbert Simard y Bernadette Harbert Girard dejarán Perú para dirigirse a su país: Canadá, después de 39 años de trabajo pastoral en las ciudades de Pucallpa, Lima y por último en Chincha Baja.

Estas dos mujeres de 55 y 56 años, respectivamente, dejan esta ciudad para volver con su familia pero permanecerán “espiritualmente acá”, donde llegaron para apoyar a las víctimas del terremoto del 15 de agosto de 2007.

En el 2008, la Congregación Antonianas de María reunió en la otrora Villa de Almagro a cuatro mujeres para que apoyen en las labores sociales – religiosas de las personas que vivían en las zonas afectadas por el terremoto. Entre estas pastoras se encontraban Francisca y Bernadette Harbert, dos ciudadanas canadienses que tienen entre el cuarto y quinto grado de parentesco, mas están unidas por el amor hacia Dios y el cuidado desinteresado del prójimo.

Ambas empiezan su servicio voluntario apoyando a los grupos de catequesis, acólitos y en la pastoral de enfermos, donde empezaron a ganarse el cariño de la población de Chincha Baja. “Nuestra preocupación es cuidar y dar de comer a las personas”, señala Francisca Harbert, a quien por su enfermedad estomacal le tomó tiempo acostumbrarse a la comida de esta ciudad. “Es una linda experiencia la de compartir con los jóvenes y con las familias que nos regalaron su amistad”.

Durante su permanencia en la Congregación, las hermanas Harbert, como se las conoce entre la población que las despide, estuvieron al cuidado de niños especiales, atendiéndolos en un centro de rehabilitación. Pero sin duda, el trabajo que más recuerdan es durante los meses de reconstrucción. “Acá venían muchas personas a las que debíamos de ayudar en su alimentación. Los productos que teníamos eran pocos, pero siempre alcanzaba para todos”, menciona Bernadette, quien fue traída desde Pucallpa para cumplir una misión: ayudar a las personas más necesitadas de Chincha.

RECONOCIMIENTO

Antes de que vuelvan a Canadá, el alcalde de la municipalidad distrital de Chincha Baja, Óscar Rojas Ormeño, les entregó a las hermanas Harbert la “Medalla de la ciudad” en una ceremonia religiosa que estuvo presidida por el obispo de Ica, Héctor Eduardo Vera Colona.

Con este reconocimiento, la autoridad municipal agradeció a las voluntarias por su servicio encaminado en devolver la fe y la confianza divina al pueblo que padeció por años las secuelas del terremoto del 15 de agosto.

BERNADETTE HARBERT GIRARD (56)

En marzo de 1978, Bernadette llega al Perú y es dirigida como voluntaria de la Congregación a Pucallpa, donde estuvo por varios años hasta que en el 2008, tras el terremoto, el padre Florencio la recibe en la tierra de Chincha Baja. Antes de eso, ella desarrollaba su vida pastoral en Chosica, en donde se dedicó a la visitar familiares, grupos parroquiales y a conversatorios en las catequesis. Toda una experiencia de humanidad que luego compartió con los chinchabajinos.

FRANCISCA HARBERT SIMARD (55)

Es la menor del grupo de cuatro voluntarias, a quien que al llegar a Lima, el padre de la Misión Extranjera la trasladó a Pucallpa, donde permaneció por 22 años. Sus aprendizajes en la amazonía y la escasez de ayuda humanitaria en la región, después del terremoto, la trajeron a estas tierras. Ocho años después de su estadía, la vida pastoral de Francisca pone en su destino el regreso a su país natal. A pesar su partida, ella le dice a las personas que la rodean que “seguirá espiritualmente”.

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