El "interés" de Manuel Llempén
El "interés" de Manuel Llempén

¿Por qué tanto interés de parte del gobernador Manuel Llempén en insistir con Odebrecht para la culminación de la presa Palo Redondo?, preguntan algunos políticos y comentaristas estos días, con un claro tufillo de suspicacia. 

Permítanme ensayar una respuesta: pues porque le conviene, en primer lugar, a su gestión. Y, en segundo lugar, es lo que mejor le conviene -en términos prácticos- a la región.

Llempén ha entendido desde el primer momento que si busca otra vía para culminar las obras de Palo Redondo es casi un hecho que no verá al proyecto Chavimochic reactivarse, que terminará su periodo y las obras seguirán estancadas. Y no solo eso, sino que además Odebrecht reclamará en los tribunales internacionales y el chiste saldrá más caro aún, perderemos como región más plata.

Por supuesto que, para una oposición destructiva, que solo quiere sacar provecho político del asunto, esto suena a música celestial. El oponente político culminaría así su gestión con Chavimochic paralizado, habría razones para llamarlo incapaz. En estos cálculos políticos, desde luego, el perjuicio económico para todos los liberteños es lo que menos cuenta.

Hasta el expresidente regional aprista José Murgia admite que la mejor salida, ahora mismo, es buscar la adenda, permitir que Odebrecht termine Palo Redondo y luego se vaya por donde vino. Claro, Murgia no tiene hoy cálculos políticos; habla como exautoridad, como exservidor público.

Pero Llempén tiene a la demagogia en contra. Esa demagogia que vivió feliz en los tiempos en que Odebrecht aceitaba a todos, pero que ahora se persigna al nombrar ese nombre y arde en iras santas. Señores, Odebrecht no vino a corromper el Perú, desgraciadamente la clase política ya estaba corrompida. Señalar a esa empresa como la génesis de la inmoralidad nacional no es solo demagogo, sino además insultante e ignorante.

Que la compañía brasileña se vaya después de terminar ese último trabajo. Que siga cantando y siga reparando el daño que hizo. Sus directivos corruptos ya no están y, a pesar de todo, en esa empresa trabajan peruanos de bien que tienen que cargar con el peso de las decisiones de gente a la que ni siquiera conoció en persona, con la que nada tuvo que ver.

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