El también director académico del Instituto Humanismus analiza la coyuntura política a poco menos de cuatro meses de las elecciones regionales y municipales.
El también director académico del Instituto Humanismus analiza la coyuntura política a poco menos de cuatro meses de las elecciones regionales y municipales.

Las del 2 de octubre no deferirán mucho de los comicios de 2018 u otros. Los rostros que vienen presentando las diversas agrupaciones políticas son casi los mismos y no hay partido o movimiento que presente una cara distinta. A poco menos de cuatro meses de unas nuevas votaciones, este es el escenario para el reconocido antropólogo.

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¿Estamos frente al mismo escenario o es peor al de cuatro años atrás?

Como decía el comentarista deportivo [Humberto Martínez] Morosini, aquí no pasa nada. Seguimos con más de lo mismo y esto de seguir con esa fotografía de tiempo atrás es producto de la contrarreforma política y electoral que se ha dado en el país a través del Congreso. No se ha cambiado nada, hemos ido hacia atrás. Lo que ha cambiado es la camiseta, que es lo más triste. Por ejemplo, cuando yo abro la cortina de mi dormitorio me encuentro con la cara de Elías [Rodríguez] y de Martín Sifuentes, pero con una T que antes era una estrella. Simplemente, estamos en un reciclaje político. La basura se recicla.

¿De quién entonces es responsabilidad este reciclaje político? ¿Del electorado? ¿De las mismas agrupaciones políticas?

Primero, del Congreso, que es el que da las normas. Segundo, los mismos partidos o agrupaciones políticas. Los caudillos o líderes políticos son los que eligen quiénes van a ser los candidatos, ponen gente de su entorno y son los que nos imponen a sus candidatos. El pueblo elige en base a los que ellos ponen, no tenemos libertad de elegir a los mejores. Estos no están porque los dueños de los partidos nos ponen en vitrina a los que ellos quieren.

¿No cree usted que el pueblo no sabe votar?

No, por eso la concebida frase ‘hay que votar por el mal menor’, cuando todos son males, el mal es mal. No es que el pueblo no sepa votar, sino que lamentablemente tiene que escoger entre la alimaña, entre la basura política, y ayudar al reciclaje de esta gente.

¿Qué puede entonces hacer el elector frente a este escenario, en medio de esta fotografía?

La ciudadanía, el pueblo, la sociedad civil van a tener que hacer una incidencia política para que la situación cambie. Ya estamos observando algunos pasos. Hay colegios profesionales, asociaciones, gremios que están exigiendo la reforma [política]. Tú quieres que haya Bicameralidad, correcto; tú quieres que haya reelección, correcto; pero cámbiame las reglas de juego primero. Si tú me cambias las reglas de juego de cómo van a ser las elecciones internas, con democracia, con transparencia, te acepto lo otro. Entonces, hay que hacer incidencia política.

¿Usted cree que va a llegar el momento del ‘váyanse todos’?

Por supuesto, ya lo hizo más de una vez. El pueblo sacó a [Alberto] Fujimori, a [Manuel] Merino. Va a llegar el momento en el que pueblo organizado a través de la sociedad civil, sin ningún liderazgo específico, va a llegar a ese camino.

¿Las elecciones internas del 15 de mayo fueron un chiste, una burla?

Sí, fueron un chiste, un jueguito, una situación poco seria. Ha habido un ausentismo terrible, que es una forma de protestar de los miembros de cada partido o movimiento, de decir esto no queremos.

¿Quizás es esa la mejor lección que nos ha dejado estas elecciones internas?

Es una lección que tiene que tener una lectura muy seria de parte de los mismos partidos o grupo políticos, pues las próximas elecciones generales podrían ser iguales o peores. Hay candidatos que no dan la talla, que tienen rabo de paja.

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