El riesgo es que, como en toda campaña, se imponen los intereses políticos en juego. Es, digamos, algo inevitable. Hace semanas atrás, por ejemplo, las críticas más ácidas eran por la falta de contratos firmados para las vacunas contra el Covid-19.  (Foto: AFP)
El riesgo es que, como en toda campaña, se imponen los intereses políticos en juego. Es, digamos, algo inevitable. Hace semanas atrás, por ejemplo, las críticas más ácidas eran por la falta de contratos firmados para las vacunas contra el Covid-19. (Foto: AFP)

La mala suerte para nuestro país es que la segunda ola del coronavirus nos ha encontrado en la parte más álgida de la campaña presidencial. ¿Por qué mala suerte? Porque esto significa que habrá muchos dardos y demagogia en torno al delicado tema de la pandemia. Siempre, en cada elección, lo normal es que los postulantes dirijan su artillería hacia el régimen de turno, pues de lo que se trata es de exponer lo malo y dar opciones de cambio, de mejora. Ocurre aquí y en cualquier lugar del mundo, hay críticas válidas, legítimas, y también infundadas. Es parte de la guerra electoral y siempre lo hemos asumido así. El problema es cuando esto ocurre en una situación tan dramática como la que vivimos, en plena crisis sanitaria, económica y social, en el momento más duro de nuestra historia reciente.

El riesgo es que, como en toda campaña, se imponen los intereses políticos en juego. Es, digamos, algo inevitable. Hace semanas atrás, por ejemplo, las críticas más ácidas eran por la falta de contratos firmados para las vacunas contra el Covid-19. El Perú estaba rezagado, sin esperanzas de inmunizarse en el corto y mediano plazo. Los cuestionamientos eran válidos, aun pese a que venimos de una crisis que nos hizo tener a tres presidentes en una sola semana, y eso por supuesto que algo tiene que afectar.

La buena noticia es que hubo avances, pese a todo. En pocas semanas pasamos a asegurarnos la llegada de los primeros lotes de vacunas, con la proyección de recibir millones de estas (y de distintas procedencias) en los meses siguientes. Nuestra situación ha cambiado.

Ayer mismo, no obstante, en las horas previas a que el primer lote de vacunas de Sinopharm arribase al país, las críticas eran por la cantidad ínfima. Apenas una pequeña proporción insuficiente de nuestra población podrá vacunarse en estos días, reclamaban. Eso,  mientras en el país tenemos a la mitad de compatriotas con la negativa a vacunarse.

No tiene nada de malo exigirle más al gobierno y ser vigilantes con su gestión. Eso lo sabemos quienes hacemos periodismo. Pero lo que más abunda por estos días es inestabilidad y desinformación, y sobre todo aprovechamiento político electoral mezquino y deplorable. Hombre, pero es que algunos ya ni disimulan su mal humor por la llegada de las tan mentadas vacunas. Es como si estuvieran esperando un verdadero desastre humanitario para sacar alguito en las elecciones. Así de malsano.

Hay que ser vigilantes y criticar lo que merezca ser criticado, siempre. Pero de ahí a prestarse al juego desestabilizador en favor de los aprovechamientos políticos de quienes quieren llegar al poder hay mucha diferencia. Y esto va, por supuesto también, para los miembros del gobierno, que tienen a su vez a un candidato en contienda electoral.