Escrito por Eduardo Pérez Li
Tarde del 12 de agosto del 2017: la inversión que superó los 70 millones de soles veía la luz. El Teatro Víctor Raúl Lozano Ibáñez era inaugurado con la presentación de Juan Diego Flórez que, por primera vez —en el Perú— mostraba su arte fuera de Lima. Las 1,107 butacas estuvieron ocupadas en su totalidad.
Esa presentación, en la que los aplausos inundaron por primera vez el teatro gestionado por la Dirección de Desarrollo y Producción de la UPAO, marcaría un hito en la cultura trujillana. Luego vinieron presentaciones de diversas artes y el éxito del teatro se aseguraba. Decir “Trujillo, capital de la cultura” volvió a tener sentido en estos lares. Las presentaciones y la buena respuesta del público daban la razón.
Para este 2020 se había hecho una inversión incalculable con la finalidad de mejorar las presentaciones, la comodidad del artista y del público. También para darle al teatro el reconocimiento que se merece. Luego de tres presentaciones propias de la gestión a cargo de Omar Tello, el telón se tuvo que cerrar de un día a otro. No hubo aplausos ni público, tampoco reflectores encendidos. Solo un mensaje del Presidente de la República que daba inicio a las medidas para combatir el Covid-19 y este espacio cultural tuvo que dejar su atención sin tener un plan, sin haberlo previsto, sin saber qué vendría.
Han pasado ya cinco meses y el panorama no es alentador. Las casi cincuenta presentaciones que se iban a realizar en el espacio cultural han sido canceladas. Una de las últimas funciones fue el musical “Pantaleón y Las Visitadoras”. Un espectáculo de esta magnitud puede llegar a dejar una liquidez de 200 mil soles a las arcas del teatro que pertenece a la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO)
Omar Tello Horna, coordinador artístico y programador del Teatro Víctor Raúl Lozano Ibáñez, nos cuenta que el futuro inmediato será convertir por un tiempo al escenario artístico en un espacio de formación cultural, sin embargo permanece un ligero inconveniente por estos días “No hay un panorama claro, no sabemos cuándo se vuelva a abrir la sala”.
Detrás de una presentación artística hay directores, gestores y personal técnico. La frecuencia con la que se venían realizando presentaciones ocasionaba que sea bastante complicado capacitarlos y es ahí hacia donde apunta el futuro del teatro.
“Tenemos un buen teatro con última tecnología y esperemos que, cuando podamos tener un mejor panorama, se abra el teatro al menos para las capacitaciones de los técnicos o de quien quiera aprender este mundo, este universo escénico”.
Estar un paso adelante y que la reapertura del teatro, como espacio cultural, signifique haber ampliado conocimientos y experiencias es otro punto que se tiene en cuenta. “Es una oportunidad ahorita de poder dedicarnos a lo que tenemos pendiente, a poder tener otro tipo de herramientas de profesionalización para que cuando el sector se reactive nos pueda encontrar mejor preparados”.
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Omar Tello y todos los integrantes que conforman el primer teatro privado de Trujillo están convencidos que recibir el permiso para operar en las mismas condiciones en las que se suspendieron las actividades no solo sería un error sino un retroceso del que sería difícil reponerse.
“Me refiero a la parte académica: la formación, el dictado de cursos, los talleres. El teatro Víctor Raúl Lozano Ibáñez que pertenece a la UPAO tiene la posibilidad de dictar posgrados, cursos de especialización en artes o sector cultural”, manifiesta.
Un efecto transversal de la pandemia está en lo económico, por ello, adelantándose a la reapertura, dice que “hay que tener otro tipo de estrategia para hacer que nuestros proyectos salgan, que funcionen a nivel de taquilla, artísticamente también y más ahora con nuevas condiciones, ya que se ha sumado la tecnología”.
Detalla que no se ha pensado en un taller de un fin de semana, sino en “una capacitación de seis, ocho meses”. Revela que la exigencia será la mayor y se busca contar con los mejores docentes para no perder el nivel al que este recinto artístico nos tiene acostumbrados.
Por estos días el teatro luce vacío y oscuro hasta que el personal técnico ingresa. El silencio sepulcral que se escucha es el mismo que antecede el inicio de una presentación artística.
Esta vez no hay anuncio de un espectáculo, el silencio parece no tener fin, pero los amantes de la cultura, en el momento adecuado, volverán para disfrutar las canciones, los diálogos y recitales.