Es el reciente poemario publicado por el artista Luis Alarcón.
Es el reciente poemario publicado por el artista Luis Alarcón.

¡Qué inefables sensaciones genera un libro hecho con pulcritud y delicadeza! ¡Y qué hermoso es adentrarse en un texto que integra las artes y nos comparte, al mismo tiempo, un mensaje diverso, inconmensurable y unitario! , el reciente poemario publicado por el artista Luis Alarcón, representa todo ello.

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En este pequeño gran libro discurre, a lo largo de cinco secciones, la historia de amor entre el yo poético y su amada María José. Cerca de setenta páginas nos conducen por los caminos de la soledad y la nostalgia. No obstante (¡y curiosamente!), entre imágenes y palabras, reverberan chispazos de felicidad.

Como muy bien señala el destacado narrador Cronwell Jara, “en este nuevo poemario de Luis Alarcón, estas imágenes (tanto pictóricas como literarias) coinciden en el logro de una extraña belleza en la que el poeta celebra el amor que se va”.


Expresión y expresividad

En “La tristeza de María José”, pintura y poesía se funden semánticamente, creando sentidos diversos e infinitos para una historia de amor que divaga por horizontes paralelos.

La poesía, en este libro, está hecha de palabras e imágenes. Pero lo más sorprendente es la narrativa que soporta a los sentidos, sensaciones y emociones. La forma cómo está construido el libro genera una conexión inevitable con el lector: este, sin quererlo, termina respirando los pesares del yo poético, y observando y apreciando muy de cerca al ser amado inasible.

“La tristeza de María José” es un pequeño libro cargado de delicadeza, ternura y afección. Es un libro para adentrarse en la brevedad y deleitarse con las imágenes verbales y pictóricas que arropan la historia del amor inasible. Sus páginas nos proveen del mayor goce estético, gracias al trabajo artístico del autor y a la complejidad y riqueza de los lenguajes empleados.


El amor inasible

En un contexto de lluvia y “misteriosa tristeza”, entre verbos en tiempo pasado y adjetivos nada optimistas, el sujeto lírico con comparte su nostalgia y nos devuelve a sus recuerdos: “Ella, con el cabello humedecido por el agua, atravesó la estrecha calle sin tiempo y me abrazó con su suave y áspero dolor.”

Su conexión con la amada es también su atadura con un pasado desolador: “Sus dedos trepidaban por las descoloridas y ruinosas paredes”. Sin embargo, lo peculiar y paradójico es que este infortunio no expresa sufrimiento ni trágica soledad. La nostalgia y el dolor están salpicados por un cierto aroma de felicidad o resignación.

“Ensombreció sus labios con tímida y dolida sonrisa, su cuerpo, tal espejo, reflejaba una extraña felicidad con bruma y silencio.”

Como podemos darnos cuenta, el amor está presente en cada línea, en cada parte de la historia. El yo poético se parapeta en el pasado para traer al presente ese sentimiento compartido pero irrealizable. Las imágenes trasuntan esa lucha incesante, aquella barrera que impide exteriorizar y materializar su amor.

En la página 27 se lee: “-María José -le dije-, tu apresurado caminar dejó que el viento se llevara mis palabras.” O en la página 31: “Acerqué mis manos a su rostro, sonrió con humeante desconfianza.”

Así lo expresa también el cierre contundente de la primera parte del poemario: “Nos amábamos, y nuestros besos remaban contra el abatimiento y la desolación.”


Una apacible soledad

A pesar del abatimiento y la desolación (“callado por la pérdida de mis recuerdos / sentado en una banca descolorida / con garabatos que sugieren versos de amores muertos”), la poesía de Luis Alarcón refleja un aprecio a la vida y a la naturaleza (“veo el vuelo de pájaros dibujando líneas invisibles para no evidenciar sus hogares, donde los aguardan sus tiernos amores”).

Pero justo cuando el yo poético descubre las bondades de la vida, “un dardo incandescente golpea mis recuerdos”. Y es cuando regresa a su estado habitual y se sumerge nuevamente en la nostalgia: “Desde entonces, para ella soy solamente un espectro, un fantasma en el retrato que me hurtó”.

Curiosamente, el paso del tiempo y el devenir de las nuevas estaciones traen consigo imágenes y sensaciones de felicidad (retorna “la inquietud de los afectos”). Son instantes de reciprocidad y de dicha: “Caminamos sobre el viento. Ella trémula. La abrazo con nostalgia. Nuestros pasos van al ritmo del silencio. Nos basta con mirarnos. La felicidad es rotunda.”


Trascendencia del autor

Como ya lo dijo el maestro Alfredo Alegría, estos logros del escritor Luis Alarcón lo ubican “dentro del contexto de la poesía nacional. Sus imágenes, su pasión, su autenticidad afloran en cada verso” y sus “personajes vagan ¿o divagan? entre sombras”.

No obstante, más allá de los sentidos que proyectan las imágenes de su poética, “La tristeza de María José” es un libro que vale por la conjugación de los lenguajes, la riqueza de sus sentidos, la armonía de las figuras y, especialmente, por las sensaciones que turban o aquietan al lector.

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