La naranja sin mecánica
La naranja sin mecánica

Escrito por Omar Aliaga Loje 

Hasta hace poco nomás, La Libertad y el norte peruano habían sido declarados algo así como el bastión naranja del fujimorismo recargado, con la cara sonriente de Keiko Fujimori como estandarte. No era para menos: cerca de la mitad de los votos del electorado en el último proceso habían sido para la candidata presidencial, lo que generó un arrastre que puso a cuatro (de siete) congresistas de  en la región.

Pero el poder que le dio el electorado de esta parte del país a Keiko Fujimori, como se ha podido ver en los últimos meses, fue dilapidado y ese capital de votos ahora está en entredicho. Sumado a eso, podríamos repasar lo que hicieron y dejaron de hacer, hasta que fueron disueltos por Vizcarra, los cuatro congresistas que entraron al Parlamento con la “K” en el pecho.

Octavio Salazar, de mediana presencia y visitas, no pudo estar buena parte del periodo en actividad por una enfermedad que lo tuvo internado. Poco se puede concluir. En cuanto a Rosa Bartra, ya todos hemos visto su actuación en la Comisión Lava Jato y su mediática forma de convertirse en uno de los personajes públicos más aborrecidos del país (“de solo verla en la TV me arruina el almuerzo”, decía alguien, y me temo no era el único). Sobre Daniel Salaverry, vimos que empezó siendo el rostro naranja más representativo, haciendo su parte (no necesariamente buena)asignada en su bancada, hasta que desertó y pasó a ser más bien la cara opuesta del fujimorismo, el “traidor” a la “causa”. Y, finalmente, Luis Yika, el tibio, uno de los más asiduos visitantes de la región, se alejó también del cogollo fujimorista para ponerse de lado hasta que fue disuelto.

Es decir: la bancada fujimorista liberteña se partió, se pervirtió políticamente hasta que se disolvió sin pena ni gloria. Fue un desperdicio tremendo el poder adquirido, los votos ganados.

Y ahora sin Keiko Fujimori en la campaña, como ocurrió en 2016, cuando llegaron cuatro, las chances se ven diezmadas, más aún si tomamos en cuenta la marejada generada por los dislates cometidos.

Dicen que en política uno no puede dar por muerto a nadie, y es cierto. Pero miren los resultados de Fuerza Popular en La Libertad, con y sin Keiko Fujimori, aun en tiempos en que ella gozaba de alta popularidad. Y miremos los candidatos que van esta vez al Congreso por La Libertad, ninguno con poder para mover una locomotora propagandística a su favor. Yo creo que si un objetivo ambicioso podría tener Fuerza Popular en la región en estas elecciones, este es colocar por lo menos una curul.