Le hemos fallado a Eyvi y a todas
Le hemos fallado a Eyvi y a todas

Nadie merece morir como murió Eyvi Ágreda. Le hemos fallado como sociedad. Le hemos fallado todos, sí, todos. A ella y a todas las que padecieron, padecen y lamentablemente seguirán padeciendo el enfermizo y cruel golpetazo del machismo arraigado, ese que parece haberse enquistado entre las fibras de una colectividad que aún mira con indiferencia este terrorismo atroz contra el género femenino.

Le fallamos a Eyvi y a todas desde el momento en que empezamos a culpar a la mujer por el maltrato que sufre como mujer, porque algo debió haber hecho para que el pobre hombre desate su furia contra ella.

Le fallamos a Eyvi y al resto de mujeres desde ese instante en que las condenamos por usar una falda un centímetro más corta, o dos quizás; porque creemos ver en el resto de hombres el gen acosador que nosotros mismos reconocemos en nuestro interior de machos avezados, siempre a la orden de los sentidos más básicos.

Y por eso les fallamos, porque desde esa concepción fálica entendemos o queremos entender que si ella sale a mostrarse cual escaparate cualquier hombre tiene el cuasi derecho de decirle groserías y hasta de tirársele encima. Así son los hombres, pues, así piensan con el pene y no con la cabeza, menos con el corazón. ¡Para qué los provocas!

Le hemos fallado a Eyvi y a todas desde que asumimos que la galantería es un derecho supremo del varón en detrimento de la mujer y de su incomodidad o fastidio o hartazgo. Porque ellas deberían agradecer que un desconocido les tiré al aire un piropo o les mande un sonoro beso volado, ellas no tendrían que molestarse si nos fijamos en sus piernas o en sus caderas o en sus tetas antes que en cualquier otra cualidad suya, antes que en cualquier mérito suyo.

Les hemos fallado, sí, creyendo desde siempre que una mujer no puede elegir a otro que no seamos nosotros, y que nos dice que no aunque nos hayamos gastado todo y nos hayamos parado de cabeza por ellas.

Les hemos fallado a todas. Te hemos fallado, Eyvi. Y en el dolor de tu partida está resumido el de todas las mujeres que han sucumbido en nombre de esta sociedad machista, atroz y enrevesada.

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