Hay una gran diferencia entre la gestión del Gobierno Regional de La Libertad que presidió Luis Valdez, y esta nueva gestión que preside Manuel Llempén. En realidad, bien se puede decir que son varias diferencias, si nos ponemos a buscar y analizar, sin embargo este periodista quiere referirse a una en particular, y que puede ser relevante. Esa diferencia es el factor Acuña.
Para nadie es un secreto la filial relación de César Acuña hacia a Valdez, y viceversa. Valdez considera a Acuña un padre; y Acuña considera a Valdez un hijo. El abogado, cuando apenas empezaba a entrar a los treinta, fue designado por el entonces alcalde y líder de Alianza Para el Progreso como gerente de Asesoría Jurídica en la municipalidad de Trujillo, un cargo vital y de mucha confianza, pero apenas estaba empezando a ascender en esa categoría, pues poco tiempo después se convirtió en gerente general de la comuna, y se mantuvo en este cargo por mucho tiempo.
Cuando el periodo municipal en manos de Alianza Para el Progreso terminó, Valdez no quedó en el aire, sino todo lo contrario: Acuña lo llevó como su vicegobernador al gobierno regional. Y luego, con la renuncia del líder apepista para postular a la Presidencia de la República, asumió la gobernación. Los hechos demostraron que Acuña siempre planeó esa jugada, de modo que también debió planear que sea su “hijo” político, y no otro, quien quede al mando de la Región.
Ahora el cargo está en manos de Manuel Llempén, que lo ganó con derecho propio en las elecciones. Sin embargo, aunque Llempén también es cercano a Acuña, la situación no es la misma, y el grado de fidelidad y confianza -aparentemente- tampoco.
El hoy gobernador, según algunas fuentes apepistas, armó su propio equipo y redujo el margen de influencia de Acuña a través de sus recomendados. Al inicio del año, incluso, circuló una versión que indicaba que Acuña estaba furioso porque Llempén no le respondía las llamadas en los días en que los nombres se definían.
Y se siente claramente la diferencia. La gestión del actual gobernador se percibe solitaria, sin la omnipresencia de Acuña, algo que sí podía percibirse con Valdez. Pero no será fácil así, y Llempén lo sabe. Lo debe saber sobre todo cada vez que tiene que tocar una puerta en el Gobierno Central.