Trujillo y la resistencia en días de polvo y barro
Trujillo y la resistencia en días de polvo y barro

El polvo y el barro están en el ambiente, lo invaden todo, ensucian nuestras ropas y nuestros cuerpos, los platos de comida, las mesas de los restaurantes. Irrita los ojos, ingresa por las fosas nasales, por las bocas y por eso al rechinar los dientes uno llega a sentir que mastica ese barro y polvo seco.

se ha convertido en una ciudad cubierta por el barro. Las personas caminan con mascarillas, más de media cara es cubierta por estos instrumentos de protección. “Parezco cirujano listo para operar”, bromea un peatón que camina por el jirón Pizarro.

Desde su cuenta de Facebook, en tanto, el arquitecto Guillermo Morales comparte una fotografía en la que un joven besa a su novia en una banca empolvada de la aún más empolvada Plaza de Armas. El beso no va directamente a la boca de la muchacha, sino a la mascarilla, a la altura de la boca tapada. El amor más allá del huaico y el barro.

Y es que más allá del romanticismo y el amor, la salud está en peligro. “El lodo contaminado al secarse forma una polvareda que al ser inhalada puede actuar como un alérgeno, generando rinitis, tos y en personas sensibles, hiperreactividad bronquial”, ha alertado Doris La Chira Angulo, neumóloga.

Las mascarillas se han convertido, en medio del desastre, en el negocio de moda. En las calles del centro hay decenas de ambulantes vendiéndolas. Las traen de una distribuidora del jirón Grau. La venden a un sol.

CUAL APOCALIPSIS. A nuestros seres queridos y amigos que viven en el extranjero las noticias que les llegan son apocalípticas. Hemos de responder a diario a quienes nos preguntan por el estado de las cosas y por cómo está la ciudad de Trujillo.

A veces dan ganas de quejarse, de decir que las cosas están horribles, de maldecir el polvo y el barro, lo difícil que es entrar al centro gracias a que las vías están dañadas y bloqueadas, lo duro que es no tener agua todo el día y bañarse con jarritos, en medio del sopor y todo este embarro. Pero no. Porque hay gente que en verdad la pasa peor, hay gente como la de Mampuesto, Ríos Seco, El Milagro, o la de Buenos Aires que lo ha perdido todo, literalmente. Y están aquí nomás, cerca, a minutos del centro. ¿Cómo podríamos quejarnos ante esta circunstancia? Habría que ser cínico. Muy cínico.

LAS QUEJAS. Pero quienes sí se quejan, y mucho, son los ciudadanos al aludir a sus autoridades políticas. En cada taxi, cada uno de sus choferes, pese a tener la boca cubierta por la mascarilla de rigor, hace uso de su derecho a reclamar, y lo hace con énfasis e intensidad. “A ellos no les interesa esto, ellos solo piensan en su bolsillo”, me decía un taxista el día del tercer huaico en Trujillo.

Lamentablemente, esa es la percepción general de muchos por estos días aciagos. Y a veces los gestos de los políticos no ayudan. Y sus actos tampoco: el Gobierno Regional de La Libertad y la Municipalidad Provincial de Trujillo no ejecutaron ni el 3% de su presupuesto destinado a obras de prevención en desastres en lo que va del año. Y eso que la emergencia no comenzó en la última semana precisamente.

lo bueno. Y sin embargo está lo mejor de lo peor. La buena noticia en medio de la arremetida de las aguas de las quebradas activadas. La gente que, en su mayoría, se ha desbordado pero de generosidad, se ha activado pero de energía y en un solo puño para empujar hacia adelante, para salir del lodo y el fango, del polvo y el barro.

Los trujillanos solemos ser personas tibias, a veces hasta indiferentes y apocadas. Pero estos días en que hemos soportado la arremetida de siete huaicos sobre la ciudad, ha habido una reacción importante. Vemos en los grupos de Whatsapp o en el Facebook cómo los chicos y chicas se organizan, cómo trabajan como hormiga para llevar alimentos, agua, ropa y ayuda a los que lo perdieron a todo, a los que necesitan más que nunca una mano amiga, una mano hermana. Son gente joven en su mayoría motivada por el mero afán de ayudar, conmovida por el amor hacia el otro, por la empatía. No muestran fotos suyas en plenas actividades ni se ufanan de su vocación de servicio. No ponen sus logos ni esperan reconocimiento ni algunos votos más en las elecciones próximas. Son gente como Leslie, Leo, Sara, Angel, Maribel, José y tantos otros que abren más los corazones, abren cual zanjas el barro y el polvo para dejar ver una luz en medio del pesar

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