Escrito por: Oswaldo Cabrera
El caso “La Hermandad del Norte”, considerado emblemático por tratarse de varios asesinatos ocurridos en Chiclayo, entre ellos el del auditor de la Sunat, Luis Cieza Herrera, se debilita en la Fiscalía debido a la falta de pruebas.
PROCESO. Los principales elementos de convicción que tiene la Fiscalía Contra la Criminalidad Organizada de Lambayeque (Fecor) son las declaraciones de aspirantes a colaboradores eficaces; sin embargo, estas aún no han sido aprobadas por el Poder Judicial.
La jueza Cecilia Grandes Rojas, del Cuarto Juzgado de Investigación Preparatoria de Chiclayo, le dio un plazo de 30 días al fiscal a cargo del caso, Germán Montero Ugaz, para que presente los acuerdos de colaboración eficaz; sin embargo estos aún no se habrían concretado.
Lo sorpresivo en este proceso, es que la citada magistrada aprobó el pedido de sobreseimiento (archivo) del delito de organización criminal que el fiscal presentó a favor de los hermanos empresarios, Carlos y Samuel Roncal Miñano, aduciendo atipicidad (su conducta no se adecúa al delito).
Esto fue apelado por el propio abogado de los hermanos Roncal, Juan Velásquez Caro, pues el delito de organización criminal también fue archivado para otros diez procesados, pero por falta de pruebas y no por atipicidad; logrando que la Sala Superior ordene que otro juez realice control de sobreseimiento.
En su resolución, la Sala ha dado pautas que permiten inferir que el juez que asuma el caso, también archivará el delito de organización criminal por insuficiencia probatoria, quedando únicamente la acusación contra los hermanos Roncal por el delito de sicariato; pero esta tampoco sería sólida.
PAUTAS. Según el análisis que hace el Colegiado, la imputación contra los hermanos Roncal es haber pagado una suma de dinero a “La Hermandad del Norte”, por intermedio de Alexander Siesquén Sampén (fallecido), para que se contrate a sicarios que acaben con la vida del auditor de la Sunat, Luis Cieza. No obstante, el fiscal pidió que se archive el delito de sicariato a favor de los supuestos cabecillas, lo cual no fue apelado y ahora es “cosa juzgada”.
“… conforme se desprende del requerimiento de sobreseimiento, aparentemente la citada organización criminal no habría tenido participación en el crimen de Luis Cieza, de lo contrario no sería lógico que se solicite el sobreseimiento de Epifanio Justo Sánchez Coronel, Santos Hermes Sánchez Coronel y Ylisthin Juan Sánchez Tello, por el delito de sicariato”, se lee en la resolución.
Lo curioso del caso, es que ninguno de los aspirantes a colaboradores eficaces (N º 1501-2016; FC0408-2016 y FPCLL27042016) incrimina directamente a los hermanos Roncal como autores intelectuales o “promotores” del crimen del auditor de la Sunat.
Así lo han sostenido a lo largo del proceso, los abogados de ambos imputados, pues los colaboradores eficaces dieron detalles de hechos ocurridos meses previos al asesinato (23 de diciembre del 2015), cuando los primeros sicarios contratados para el “trabajo” no lograron su cometido al ser descubiertos por la Policía.
Incluso, en un primer momento, el fiscal acusó como autores materiales a Joseph Jack Salazar Silva y Fulgencio Rivera Maza; pero después se retractó, pues una pericia dactiloscópica confirmó que las huellas encontradas en la motocicleta que fue usada el día del crimen, les pertenece a los sicarios trujillanos Frank Siccha Rodríguez y Jonathan Márquez Villegas, quienes reconocieron el hecho y ya han sido sentenciados.
Sin embargo, al someterse a la confesión sincera, ellos tampoco mencionan a los hermanos Roncal Miñano; por el contrario sostienen que fueron contactados en Trujillo por un individuo apodado “El Flaco”.
Aun así, la Fecor mantiene como hipótesis que Alexander Siesquén Sampén fue la persona que se comunicó con “El Flaco” por orden de los hermanos Roncal, ofreciendo como pago por el “trabajo” la suma de 10,000 soles. Para ello, presentaría como prueba la declaración de un tercero.
Además, la Fecor tiene como medio de prueba una carta incautada en el penal de Chiclayo que Siesquén habría escrito a Samuel Roncal, exigiéndole que “cumpla su palabra, caso contrario confesaría todo”. Del mismo modo, un audio grabado en el hospital semanas antes de su muerte, donde confiesa varios hechos.