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Bastó que el Gobierno se ponga los pantalones y anuncie que hará cumplir la ley a través de la aplicación de descuentos a quienes no asistan a trabajar, para que a nivel nacional apenas el 5% de los docentes haya acatado la paralización indefinida convocada por el ala radical del Sindicato Único de Trabajadores en la Educación del Perú (Sutep), a cargo de Pedro Castillo, quien hace un año hizo tambalear al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.

Esta vez, el Ministerio de Educación ha sido bien claro en advertir que habrá descuentos tanto en Lima como en las distintas regiones del país, donde los manejos administrativos -y los pagos- están a cargo de las gobernaciones locales, a diferencia del año pasado, en que los huelguistas hasta cobraron sus gratificaciones de julio, mientras los alumnos iban perdiendo clases que jamás fueron recuperadas. Nadie se atrevió a actuar con la ley en la mano.

Además, si se procede a los descuentos y más tarde a los despidos de los huelguistas si siguen en su ilegal paralización, los niños y los jóvenes de la escuela pública no se estarían perdiendo de mucho. Más bien se los estaría librando de recibir formación de parte de elementos radicalizados y, en algunos casos, muy próximos a la banda terrorista Sendero Luminoso y a sus grupos de fachada, que lo único que buscan por ahora es ser reconocidos como un sindicato aparte del Sutep.

Resulta inaceptable que entre los pedidos de Castillo se mantenga la anulación de las evaluaciones de desempeño a los docentes como instrumento para las mejoras salariales. Temen los despidos de los desaprobados. En otras palabras, a esta gente no le interesa la capacidad profesional de sus agremiados, sino simplemente que tengan asegurado un puesto de trabajo en el Estado y, claro, su sueldo mensual, que pagamos todos.

Es de esperarse que en los próximos días Castillo y su gente depongan su medida, declarada ilegal, o que en todo caso sean echados de una vez del servicio público en los colegios. Estoy seguro de que habrá cientos de maestros más eficientes y alejados de ideologías cercanas al terrorismo que estarán dispuestos a dictar clases con mejores resultados que los vistos hasta ahora, los cuales no son nada alentadores, en parte por la baja calidad profesional de los docentes. 

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