La hora punta en Lima se ha extendido como una nube gris que ensombrece todo a su paso. Antes se podía predecir en qué momentos marcados del día los automóviles particulares y públicos coincidían en algunas zonas de la capital, pero ahora, con el paso de los años unidos al aumento desmesurado del parque automotor, el caos vehicular se evidencia más y a toda hora en las diferentes calles y avenidas de la ciudad. A esta incomodidad se suma un mal que tiene su origen precisamente en este entorno: la contaminación sonora.
¿Pero qué es? El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) del Ministerio del Ambiente define a este tipo de contaminación como la presencia en la atmósfera de niveles de ruidos que genere molestias o afecte la salud y el bienestar humano o de cualquier naturaleza.
EFECTOS DE LA CONTAMINACIÓN SONORAUna investigación sobre el impacto de la contaminación acústica en la salud pública realizada por la Doctora en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible Guisela Yábar Torres determinó que la fuente principal generadora de ruido es el tráfico vehicular, dejando en segundo plano a las industrias, empresas y construcciones como causales también de exceso de sonido.
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Este problema ambiental produce efectos que perjudican la calidad de vida en las personas como la pérdida paulatina de la audición, así como otras enfermedades ligadas a problemas gastrointestinales, trastorno del sueño, estrés, depresión, fatiga, irritabilidad, elevación del colesterol y la azúcar, entre otros males.
Y es que basta con pararse un solo minuto en determinadas zonas del Cercado de Lima o del Callao, dos de los lugares más afectados por este tipo de contaminación y en donde se alcanza un rango entre 80 y 120 decibeles, muy por encima de los 55 que recomienda no superar durante el día la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que el organismo asimile el rugir de los motores, las bocinas de los autos, el silbato de los policías, el smog, la música estridente y otros estresores ambientales.
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Las campañas sobre educación ambiental que realiza periódicamente la Municipalidad de Lima y otros organismos encargados de velar por la tranquilidad y salud de la población no son suficientes para mitigar la contaminación sonora, además de la poca difusión de la legislación ambiental en el país.
“Al ruido no se le da la importancia como contaminante y no todos lo consideran como un problema de salud pública, por lo cual los ciudadanos no tienen mayor conocimientos de que este es un mal que genera enfermedades. Además, al no estar enterados de las normas, carecen de actitudes y prácticas positivas respecto a los ruidos molestos”, refiere Yábar Torres.
¿CÓMO PODEMOS EVITAR ESTE MAL?El ruido, a comparación de otros agentes contaminantes, es muy fácil de generar, por lo que su disminución o eficaz control dependerá exclusivamente de nosotros mismo. Por ello, entre las soluciones que plantea la también docente universitaria está el de concienciar a los ciudadanos mediante programas intensos de cultura ambiental.
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Otras de las medidas que señala el mencionado estudio radica en poner en práctica conductas que no perjudiquen el derecho a la tranquilidad y descanso de las personas, es decir, hábitos que nacen en casa como evitar lo gritos, no utilizar electrodomésticos en momentos de reposo, impedir que las mascotas hagan bulla o bajar el volumen del televisor y de los equipos de sonidos.
Sin embargo, para que una ciudad goce de calidad de vida, la Dra. Guisela Yábar sostiene que las autoridades tienen una responsabilidad central, pues si no se aplican las normas, no se sensibiliza a la población y no se asumen medidas para aminorar el ruido, se continuará subestimando a este contaminante tan nocivo para el organismo.
Por ello, afirma que se debe considerar medidas y políticas de gobierno que garantice una mayor fluidez del tráfico, modernizar y disminuir el parque automotor, establecer mapas acústicos para identificar las zonas donde existen mayor exposición al ruido ambiental, controlar a las construcciones o industrias con el uso estratégico de paneles acústicos, pero sobre todo -insiste- en que se debe despertar la conciencia sonora de las personas a través de adecuadas campañas de educación ambiental.
Ránking de los diez puntos con mayor nivel de presión sonora (DBA) en la provincia de Lima, según un estudio realizado en el 2015 por la OEFA.
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