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Después de las fiestas de fin de año o una festividad patronal en muchas ciudades del país, algunas bombardas lanzadas por la celebración caen al piso sin haber explotado. La historia de un menor de 14 años, a quien llamaremos “Eduardo”, es común entre las víctimas de pirotécnicos. Él recogió una bombarda tirada en el suelo antes de jugar un partido de fútbol y eso le cambió radicalmente la vida. 

En compañía de sus amigos, el adolescente, quien vive en Huánuco, intentó detonarla con sus manos, pero no lo logró. Los muchachos decidieron entonces golpear el pirotécnico con una piedra y la explosión fue inminente. A “Eduardo” le cayeron múltiples esquirlas en la cara, que lo cegaron por completo. Además, debido a que quiso deshacerse del artefacto pateándolo, sus pies resultaron con severas lesiones.Por su grave estado, “Eduardo” fue trasladado al Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja (INSN-SB), donde los médicos luchan para que al menos recupere, con un trasplante de córnea, la visión de uno de sus ojos. 

El menor no soporta las secuelas que le dejó este imprudente episodio. La pérdida de su capacidad para ver y la mutilación de tres dedos del pie derecho y dos del izquierdo, sin duda, quedarán como huellas imborrables.

Cifras alarmantes

La historia de “Eduardo” se repite y multiplica cada año, sobre todo en fechas como las de hoy, en que se celebra la Navidad. En 2016, el INSN-SB atendió a un total de 35 pacientes que presentaban lesiones por el uso de pirotécnicos. De enero a noviembre hubo un caso al mes, mientras que en diciembre, durante las celebraciones de Nochebuena y Año Nuevo, se registraron 26 emergencias de este tipo.

“En los tres últimos años, este balance se ha mantenido. De uno o dos niños que recibimos en un mes por resultar heridos, pasamos en diciembre a dar tratamiento a más de 20. El incremento es realmente notable”, señaló Marga Callupe Gamarra, jefa de la Subunidad de Atención Integral al Paciente Quemado, del INSN-SB.

Asimismo, refirió que las secuelas por la explosión de estos artefactos van desde lesiones simples como una pequeña quemadura hasta las más complejas, como la pérdida de la vista o el oído, además de amputaciones parciales o totales de los dedos y, a veces, de una extremidad. “Las consecuencias más frecuentes son las graves. De los 35 pacientes atendidos, el 30% (10) termina con amputaciones”, detalló.

Venta ilegal

De acuerdo con Juan Dulanto Arias, jefe de la Superintendencia Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso Civil (Sucamec), el Código Penal establece una pena de entre cuatro y ocho años de prisión a quienes venden pirotécnicos a los niños.

La condena se extiende de 5 a 10 años de prisión si, producto de esta venta, el comprador -sea adulto o menor de edad- termina herido o muerto. Pese a estas sanciones, Dulanto Arias manifestó que la producción y comercialización de estos explosivos continúa en el país. 

“En lo que va del año, la Sucamec ha decomisado un total de 86 toneladas de estos productos y estimamos llegar a las 100 toneladas”, detalló.Por su parte, el mayor Miguel Montalván, de la , dijo que los cohetes están hechos a base de pólvora y otros químicos como polvo de aluminio que, indudablemente, causan quemaduras, lesiones graves e incluso la muerte. 

“La fabricación de estos productos es artesanal; por lo tanto, su uso es peligroso”, añadió.Peligrosos. La doctora Callupe Gamarra advirtió que los pirotécnicos, como la “mamarrata”, “bomba rusa” o bombardas, debido a la gran cantidad de pólvora que contienen, no son los únicos peligrosos. 

“Los adultos creen que las chispitas o los cohetecillos son inocentes y les dan a niños pequeños para que los usen, sin saber las graves consecuencias. Una chispita en el ojo puede dejar ciego al menor, o una chispita en su ropa le provocaría graves quemaduras”, alertó

.En tanto, el comandante de la Compañía General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP), Andrés Ángeles Bachet, refirió que el denominador común en las emergencias es que los niños no tienen supervisión de un adulto. “Los menores compran los pirotécnicos y los papás no saben que lo hacen. Un niño no puede usar un pirotécnico, incluso los autorizados, si no tiene la asistencia y vigilancia de sus padres”, acotó.

CIFRAS

16 años han pasado desde la tragedia de Mesa Redonda y el caos y desorden se mantiene en el emporio.

86 toneladas de pirotécnicos ha decomisado hasta la fecha la Sucamec en distintos operativos.

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