EsSalud les programó, por primera vez desde que dejaron el hospital Almenara en mayo, una cita virtual, pero aún no les agendan consultas presenciales ni psicológicas. Solo la mano de Aniquem les brindó una ayuda solidaria. (Foto: GEC)
EsSalud les programó, por primera vez desde que dejaron el hospital Almenara en mayo, una cita virtual, pero aún no les agendan consultas presenciales ni psicológicas. Solo la mano de Aniquem les brindó una ayuda solidaria. (Foto: GEC)

Dolor, abandono y abuso. De las 43 personas que sufrieron graves quemaduras y que fueron derivadas a distintos hospitales tras la deflagración de GLP en Villa El Salvador el pasado 23 de enero, solo 11 han logrado sobrevivir.

En el siguiente informe, dos pacientes nos relatan el viacrucis que vienen padeciendo y cómo el compromiso del Gobierno de brindarles atención gratuita hasta que estén sanos quedó en el olvido por largos meses.

“DESGRACIÓ MI VIDA”. Jackeline Rojas Parinango (33) cuenta que pasó cuatro meses internada en el hospital Guillermo Almenara de EsSalud. Allí le hicieron una traqueotomía, una cirugía estomacal y le avisaron que su hijo de tres años había muerto, lo que la dejó muy afectada física y emocionalmente.

No obstante, el 30 de mayo los médicos apuraron su alta ante el riesgo de que se infecte de COVID-19. Refiere que salió con escaras en el talón, sin poder caminar, usando pañales y con cicatrices de quemaduras en el 65 % de su cuerpo.

Recibió algunos medicamentos y le dijeron que llamara si hubiera algún problema. A los pocos días, las cicatrices empezaron a abrirse, sentía mucho dolor y no dejaba de llorar. Su hermana fue al hospital, pero le respondieron que no había atención.

En su casa, no solo se enfrentó a su nueva realidad, sino que su esposo la abandonó, cobrando antes el Bono 380 y negándose a pasarle una pensión de alimentos para su otro hijo, e incluso amenazándola con cobrar la indemnización que le otorgará el Estado.

“Eso (la deflagración) desgració mi vida, rompió mi familia y se llevó a cuatro integrantes de mi familia”, refiere entre sollozos Jackeline.

SOLO UN BLÍSTER. María Antonieta del Mar Ísmodes (60), según cuenta su hija María, recibió el alta médica el 6 de mayo de forma rápida, porque el mismo hospital estaba siendo rebasado por pacientes COVID-19. Cuando salió tenía 20 puntos en los glúteos y piernas, y 24 puntos en los brazos. Los injertos estaban cubiertos por gasas, no podía caminar ni sentía el talón. Se sentía desvanecida.

Los médicos le recetaron paracetamol, clorfenamina, enalapril, pero en el hospital solo le dieron un blíster de paracetamol. Todo lo demás debía correr por su cuenta. “Al verla mal, llamé para sacar una cita, pero siempre me decían que no había atención”, señala María.

MANO AMIGA. Ante el abandono del Estado, que sufría el colapso de los nosocomios por los miles de pacientes infectados por la pandemia, y el dolor físico, social y emocional, ambas fueron contactadas por la Asociación de Ayuda al Niño Quemado (Aniquem), que les ofreció rehabilitación integral con un médico rehabilitador, psiquiatra, cirujano plástico, asistenta social y tecnólogo en terapia física.

Raúl Rodríguez, presidente de Aniquem, reveló que vienen atendiendo a 10 sobrevivientes -ocho adultos y dos niños-, quienes de no llegar a este lugar hubieran tenido muchísimo sufrimiento y las cicatrices evolucionado hacia una discapacidad funcional.

La labor principal fue recuperar la funcionalidad del cuerpo y darles contención emocional ante su baja autoestima. Por ello, les indicaron antihistamínicos, cremas humectantes Bepanthen, parches y máscaras de silicona, prendas de licra que deben cambiar cada tres meses; suplementos nutricionales, antidepresivos y ansiolíticos.

“Ambas presentan síndrome de estrés postraumático, recuerdan la nube de fuego y tienen pesadillas; sufren de ansiedad y miedo por el futuro; depresión, ya que han dejado de trabajar y han perdido a sus familiares”, explica Rodríguez.

Cuatro de ellos van a necesitar cirugías de reconstrucción en manos y rostros, los cuales solo pueden hacerse en hospitales o clínicas. Los adultos deben recibir tratamiento durante cuatro años y los niños dos años. Pese al difícil escenario, el médico cirujano sostiene que ha visto progresos.

ACCIONES. Ante los continuos reclamos por el abandono, el 3 de octubre, el ministro de Defensa, Jorge Chávez, declaró que se elaborará un cronograma y un plan de trabajo para solucionar, antes de fin de año, las demandas de los sobrevivientes y afectados

El Ministerio de Salud informó que los 10 pacientes fueron derivados al Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), que una asistenta social monitorea cada caso y que recibirán atención psicológica

Esta semana, Jackeline Rojas y María Antonieta Del Mar contaron que, por primera vez después que dejaron el hospital, EsSalud les otorgó una cita virtual y les informó que no irán al INR, sino al Almenara, para la cual -por cierto- no hay fecha agendada. En la cita, les señalaron que les avisarán cuándo podrán ir a recoger vaselinas y algunas medicinas. No les dijeron nada de la atención psicológica, por lo que piensan que todo sigue igual.

Actualización

EsSalud informó esta mañana que la paciente Jackeline Rojas Parinango recibirá terapia física presencial tres veces por semana. La próxima semana se determinará el inicio de estas acciones. Asimismo, se viene coordinando con el área de Cirugía Plástica y Quemados, para la atención y evaluación presencial de la paciente, la cual debe cumplir los protocolos de bioseguridad.

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