Catacaos: Muestras de  devoción y de solidaridad con damnificados
Catacaos: Muestras de devoción y de solidaridad con damnificados

Una multitud de devotos de , de la región y del país llegaron a la iglesia San Juan Bautista de Catacaos para expresar su fe en Cristo, ayer, en el Viernes Santo, en que se recuerda la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

En la noche se realizó la majestuosa procesión, con participación masiva de fieles de la Villa Heroica y otras localidades.

DEVOCIÓN. Desde tempranas horas de la mañana, niños y adultos formaban fila para adorar al Cristo Crucificado, en el Altar Mayor de la iglesia San Juan Bautista de Catacaos, donde se había levantado la representación del Santo Calvario.

A su pasado, los fieles frotaban en la sagrada imagen un algodón, que adquirían en la parte externa del templo, y que luego frotaban en su cuerpo, buscando aliviar sus males.

Y los padres alzaban a sus pequeños para que pudieran alcanzar la efigie del Redentor.

A la iglesia también llegaban personas de avanzada edad, algunos en silla de ruedas.

En tanto, en la entrada principal del templo las imágenes de Jesús y San Dimas capturaban la atención de los feligreses.

DESCENDIMIENTO. Tras el sermón de las siete palabras, en la tarde tuvo lugar el descendimiento del Señor Jesucristo de la Cruz y el recorrido interno en el templo, para que la imagen, que tiene la particularidad de que se le pueden flexionar los brazos, sea colocada en la urna del Santo Sepulcro.

Esto, en medio de la tristeza y llanto de varones y mujeres, que le rocían lociones y perfumes a la sagrada efigie.

Siguió la celebración de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, la liturgia de la palabra, la adoración de la Cruz y la Comunión Eucarística. Y en la noche la imponente procesión del Cristo Yacente por las calles de la ciudad.

4,000 DAMNIFICADOS. El doliente Henry Saavedra Sojo dijo que habían preparado 2,500 raciones de malarrabia, pero también puré de bacalao, además tenían galletas, frutas, agua en botellas y golosinas para los niños, lo que permitió atender a un promedio de 3,500 a 4,000 personas de los sectores de Nuevo Pedregal, Loma de los Zorros, en Monte Sullón, La Campiña y Molino Azul.

“Hay gente que está yendo a apoyar y está llevando cosas, como ropita, medicinas, lo que ellos pueden dar. Eso me conmueve, porque se desprenden de algo para darlo, es el significado de la Semana Santa”, expresó.

Resaltó que “el mensaje es que se puede compartir con el que menos tiene, se puede dar, llevar un apoyo para esa gente que no tiene nada”.

Pidió “que la gente no pierda su fe, que siga convencida que Dios nos ama a todos, que Dios nos da para compartir y siempre hay un nuevo amanecer para todos”.

cambió todo. Henry Saavedra Sojo consideró que la inundación del 27 de marzo “cambió todo para Catacaos, porque de verdad hay gente que necesita que le llevemos algo de nosotros”.

Resaltó que tanto él, como el depositario Jaime Correa, desde que ocurrió la tragedia de la inundación, pensaron en cambiar y no seguir con lo tradicional, que es cerrar una calle para ofrecer los siete potajes, “sino llevarle a esa gente que lo perdió todo, gente que se quedó solo con la ropa puesta”.

Recordó que cuando se produjo el desborde del río Piura, él estaba trabajando en Tumbes. “Es más angustiante, frustrante, no estar cerca de tu familia. Me han contado que aquí, a la vereda de mi casa, llegó gente con la ropa manchada, niños mojados”, expresó con tristeza.

Y dijo que desde ese primer momento dio las indicaciones para que las cosas que había comprado, con vistas a la preparación de los siete potajes en base a pescado, como el atún, las regalen.

“Desde entonces teníamos la idea de cambiar y darle realmente a los que lo necesitan, que es lo que estamos haciendo ahora”, enfatizó.

Dijo que estaba previsto que él sea el doliente para el 2021, “pero cosas de Dios o cosas del destino, hizo que se adelantara justo para esta fecha”.

Recordó que tenía dos días de casado cuando los integrantes de la Cofradía lo fueron a ver y conociendo que recién se había casado consideraron que ya estaría gastado.

“Yo lo único que les dije es que para Dios no hay imposible. Y aquí estoy. En menos de un año se logró”, resaltó.

FORTALEZA. El párroco Manuel Castro Sosa pidió a Dios que ayer, en el Viernes Santo de dolor, brinde ayuda y fortaleza en los momentos que la vida nos pone, en alusión a quienes han perdido todo con el desborde del río.

También invocó al Creador para que bendiga los alimentos, a los donantes y a los que los reciben, para que estos gestos les levanten el ánimo y los fortalezcan.

EN NUEVO PEDREGAL. El primer lugar donde el doliente entregó las raciones de malarrabia, puré de bacalao, frutas, agua y golosinas, fue en Nuevo Pedregal, en la calle José Carlos Mariátegui.

En esa calle, al pie de la pista, había colocada una carpa y otras al fondo de esa cuadra, fiel reflejo de la tragedia que les tocó vivir.

Entre estos dos puntos se había acondicionado un techo, para que los vecinos del lugar pudieron degustar en el área de la malarrabia, ofrecida por Henry Saavedra.

También lo hacían niños y adultos, sentados sobre un colchón, bajo una calamina, al pie de la carpa, cerca de la pista. En él área, en la calle, estaban atados varios ejemplares vacunos y un piajeno de los lugareños.

La vecina Rosa Lizana, que había llevado a su menor hijo, que es una persona especial, dijo que con la inundación en su casa había perdido la mitad de sus bienes.

“Pero, hay personas que lo han perdido absolutamente todo, sus casas de carrizo, sus animales”, expresó.

“Estamos en una situación complicada, pero con ayuda de Dios vamos a salir adelante”, dijo, mientras ayudaba a su hijo Daniel.

Expresó su agradecimiento “de todo corazón” al doliente y demás personas que han hecho posible este “buen gesto” de atender a los damnificados por las lluvias y la inundación.

El también morador de Nuevo Pedregal, José Gregorio Anastacio Yovera, refirió que en este sector se vinieron abajo 40 viviendas como consecuencia de la inundación, producida por el desborde del río Piura.

“Estas familias lo perdieron todo. El agua llegó a niveles de 1.20 hasta 2 metros, en las diferentes calles”, recordó.

SOLIDARIDAD. “El mensaje que nos queda todavía en la retina de todos los peruanos: la solidaridad; la solidaridad es algo que nunca debe faltar y no me quejaré de los peruanos, ni amigos de otros países”, expresó el alcalde de Catacaos, Juan Cieza, que participó de las actividades.

Resaltó que se produjo “una cadena de solidaridad de todo el Perú y de gente, que no siendo del Perú, vino para acá”.

Refirió que la sesión solemne, que ofreció la municipalidad de Catacaos, fue “un acto de reflexión, porque ese es el punto de partida, para que teniendo como base nuestra fe, nos volvamos a levantar”.

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