Desde la muerte de Edita vive sumido en la tristeza
Desde la muerte de Edita vive sumido en la tristeza

No puede ocultar su tristeza cuando se refiere a su hija fallecida, sin embargo a diez meses de la tragedia que enlutó su corazón Don Pedro Guerrero Meléndres no tiene espacio en él para albergar algún sentimiento negativo hacia su yerno.

pericia psicológica. El patriarca de los Guerrero Neira ha sabido sobreponerse a su dolor de padre, tal como lo reflejan los resultados de la pericia psicológica a la que lo sometió la Segunda Fiscalía Provincial de Piura que investiga la muerte de la exvocalista de Corazón Serrano.

Pero a despecho de lo que concluyeron los especialistas, hay cosas que el padre de Edita Guerrero Neira nunca olvidará y que han marcado profundamente su vida desde el 1 de marzo del año pasado.

“Fue una cosa muy rápida. Yo estuve en la sierra, a mi hija ya la habían tenido en la clínica; a mí ni siquiera me habían avisado... solo a mi hija Noemí le avisaron... la empleada, ni siquiera Paul le ha avisado”, narró en la entrevista con el psicólogo.

Palabra de patriarca. Al expresar lo que siente y piensa sobre la muerte de Edita, Pedro Guerrero no duda: “Bueno, yo pienso que su esposo la golpeó, yo pienso que este golpe y éste (señalando su pómulo y los labios)... por eso el negaba rotundamente que converse con ella, yo ni siquiera me percataba de nada , le hacía caso cuando su esposo me decía que saliera...”, le confió a los especialistas Óscar Huanca Fernández y Manuel Murillo Ponte.

Sin odios ni rencores. Aunque no expresa sentimientos negativos sobre la figura de Paul Olórtiga, el adolorido padre sí manifiesta una relación distante con el viudo de la artista y principal sospechoso de su muerte.

“Bueno, de mi hija el matrimonio fue muy bonito, pero no todo fue color de rosa”, fue lo primero que dijo. Luego descargó todo el peso de su dolor: “El hombre no la quería... la trataba mal, era un poquito gordita (y) le decía ‘gorda fea’. ‘serrana’, ‘familia de serranos’, era racista y no era fiel a mi hija”, relató sin poder evitar cerrar los puños.

Pero Pedro Guerrero supo contenerse ante los dos especialistas que lo entrevistaron. “Yo no siento, digamos, un egoísmo, estoy a lo que la autoridad diga. Cólera no le tengo, rabia tampoco. Está en libertad, si algo ha pasado que Dios y la justicia se encarguen de él; así estuviera veinte, treinta años de cárcel, mi hija no va a volver a la vida”, enfatizó.