Un mar humano de color morado solía acompañar cada 13 de octubre, día la procesión del Señor Cautivo en Ayabaca. No hay cantidad exacta de cuantas personas llegan a venerar al “Negrito lindo”, como le llaman. Esta es una de las festividades religiosas más importantes del país.
Pero este año, la pandemia por el COVID-19 lo cambió todo y los peregrinos están prohibidos de llegar en hermandades, arrodillados o arrastrándose a los pies del “Cautivo”, pues la Municipalidad de Ayabaca y la Prelatura de Chulucanas, hicieron un llamado de fe, responsabilidad y respeto a las normas.
Se tuvo que restringir el peregrinaje para evitar aglomeraciones, por ello la iglesia permanece cerrada y con resguardo de la Policía y Ejército. La ciudad ha perdido el encanto de otros años en octubre, parece algo irreal para los devotos, pero todo sea por la salud.
Pero aun así, el “Cautivito” siempre estará en nosotros derramando sus bendiciones, para que el pueblo salga de esta crisis en que se ha sumido con esta pandenia, la fe mueve montañas y sabemos que nos hará el milagro.
El sacerdote Juan Francisco Córdova, párroco del santuario Virgen del Pilar, señaló que este será un año diferente, sin que ello signifique que la fe del pueblo católico se altere.
“Bendice Señor Cautivo a todas las familias del mundo y en especial a las de nuestra región; la fe sigue intacta, pero la terrible pandemia nos obliga a vivir un año diferente. Una tristeza tremenda entre los peregrinos que suelen venir desde lejos. A quienes no pudieron cumplir con su promesa, los insto a venerar al Señor Cautivo desde sus casas”, dijo el sacerdote.
Asimismo manifestó: “este año, Cautivo lindo, tú vendrás hacia nosotros y te veneraremos con todo nuestro amor y te pedimos intercedas ante Dios por nuestra salud, que es lo más importante en estos momentos”.
La imagen del Cautivo es considera como una obra de ángeles. Sucedió en 1751, cuando el sacerdote español García Guerrero ordenó que sobre un tronco encontrado en un pasaje del cerro Sahumerio, se talle la imagen de un Nazareno.
Cuenta la historia que por aquel entonces, llegaron al pueblo tres misteriosos hombres vestidos de traje blanco y montados en briosos caballos, dijeron ser artistas talladores y se comprometieron a esculpir la obra.
Pero pusieron como condición no ser interrumpidos durante sus labores, pero al no dar señales, la población no aguantó su paciencia y decidió ir a ver qué pasaba.
Grande fue su sorpresa, que tras golpear y no obtener respuestas ingresaron, encontrando la imagen de un impresionante Nazareno con los brazos cruzados y los alimentos intactos.
Esta imagen desborda hoy pasiones religiosas y se le atribuyen miles de milagros. Los peregrinos suelen llegar a verlo desde distintos países.
Fotografía: Célica Ávila Saavedra