Las autoridades destruyen y queman  más de 200 casas rústicas construidas desde hace tres meses.
Las autoridades destruyen y queman más de 200 casas rústicas construidas desde hace tres meses.

Con cargadores frontales y diversa maquinaria pesada, más de doscientas familias fueron desalojadas de una zona arqueológica y de una quebrada, que habían invadido desde hace tres meses, en el centro poblado de San Lucas de Colán de Paita.

Desalojo

Desde la primera hora de la mañana, un fuerte contingente policial y personal de la municipalidad del centro poblado de San Lucas de Colán llegó hasta la parte alta de esta localidad, donde los invasores habían instalado sus rústicos ranchos desde hace tres meses y habían conformado la Asociación de Vivienda “El Mirador de Colán”.

Tras un fuerte intercambio de palabras entre los invasores y la Policía, se inició el desalojo en el aérea protegida y reservada por parte del Instituto Nacional de Cultura y donde existe una quebrada.

A pesar de los ruegos de las mujeres y hombres para que les otorguen dos horas para retirar sus pertenencias, por orden del alcalde de San Lucas de Colán, Juan Carlos Ayala, la maquinaria pesada destruyó las casas.

“Hemos venido con el respaldo del aérea legal. Los vecinos invadieron esta zona, que es una aérea arqueológica y donde hay una quebrada y por lo tanto no está permitido la construcción de viviendas. Hemos venido a dialogar en varias oportunidades y les hemos dicho que se retiren en forma pacífica. Ellos tienen terrenos en Nuevo Colán y en El Paraíso y no tienen necesidad de vivienda”, manifestó el alcalde.

Juan Carlos Ayala recalcó que denunciarán a los promotores de la invasión por usurpación, daños y perjuicios.

El presidente de la Asociación, José Prieto Fiestas, afirmó que esa zona no es una aérea arqueológica y es habitable.

“Ellos (municipalidad) son los primeros que venden. El alcalde será denunciado por abuso de autoridad y usurpación agravada. Tenemos tres meses en este lugar y hay mucha gente con la necesidad de una casa”, manifestó.

“No tenemos dónde vivir y lo necesitamos”, dijo una de las invasoras.

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