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Cuenta la historia que a mediados del siglo XVIII fue dos mulos blancos que aparecieron en el valle de Locumba cargando dos cajas en cuyo interior habían imágenes del Cristo Crucificado, una imagen pequeña para el lugar y otra más grande destinada a Sama. Los pobladores quisieron cambiar esta suerte pero el mulo no pudo continuar su recorrido, luego se empleó otro mulo pero el resultado fue el mismo. Los lugareños pensaron que era la voluntad de Dios y así inició la historia del Señor de Locumba que se mantiene vigente hasta la actualidad.

Esta es una fe que ha traspasado las fronteras. Desde hace años miles de ciudadanos arriban desde el país sureño. A lo largo de los siglos siguientes se le atribuyeron los fieles cientos de milagros producto de su fe y devoción al también llamado Cristo de los Pies Quemados.

El templo fue destruido por el terremoto del 13 de mayo de 1784 pero la sagrada imagen no sufrió ningún daño y fue reconstruida. El actual santuario también reportó daños tras el terremoto del 23 de junio del 2001, pero la imagen sigue intacta.

Como uno de sus primeros milagros se cuenta que en la época de la Guerra del Pacífico la sagrada imagen fue escondida en una tinaja en la llamada "Hacienda Grande" y cuando llegó el Ejército invasor ingresó al recinto y lo incendio para luego retirarse.

Grande fue la sorpresa de los pobladores que encontraron una tinaja en medio de los escombros y en su interior El Señor de Locumba que fue llevada en procesión por el pueblo ante el milagro.  Fue el papa Pío VI quien emitió en 1776 la indulgencia plenaria que fijara la fiesta religiosa el 14 de setiembre. 

Esta devocióin ha llevado a cientos a ir en peregrinaje hasta el Santuario de Locumba desde Tacna y recorrer cerca de 80 km. Otros lo hacen desde Ilo o Moquegua, donde en los cerros se les puede apreciar unidos por su fe.

Uno de estos fieles es Félix Gálvez Olvea (90) quien a pesar de estar postrado en una silla de ruedas acude cada año hasta el santuario acompañado de su familia como lo hace desde hace 50 años, llevado por su fe católica.

"Le pido por la salud de toda mi familia y vendré hasta el día que muera o que el señor decida que pueda caminar", manifiesta emocionado.

Estas muestras de amor a la sagrada imagen han llevado al Ministerio de Cultura que declare la festividad religiosa al Santuario de Locumba y su peregrinaje como Patrimonio Cultural de la Nación.

Pero sus más de 300 años han desgastado la imagen, pese a una restauración en el 2006. El obispo de la Diócesis de Tacna y Moquegua, monseñor Marco Cortez Lara, decidió que una replica sea la empleada en los recorridos procesionales y la original se mantenga en el altar. Ayer fue la última presentación de la sagrada imagen.

El clérigo de la Iglesia Católica en Tacna exhortó a los fieles a no usar al Señor de Locumba como un amuleto para curar sus males, sino para llevarlo en sus corazones. 

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