GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Mágico, polémico y desentonado por momentos. Andrés Calamaro regresó a Lima para ofrecer una noche memorable.

El argentino arribó a nuestro país para confirmar sus certezas. Veinticuatro horas antes, durante la conferencia de prensa, interrogado por el nombre de su nuevo trabajo, había dicho que a todos nos gusta cantar canciones tristes y no hubo mejor prueba de ello que la euforia desatada cuando en la gloriosa noche de ayer entonó Paloma.

También había dicho que la nostalgia nos viene de los Beatles, del tango, de Atahualpa Yupanqui, del folklore argentino y de otras partes de América, y para confirmarlo, la performance de Los chicos fue perfecta. El "punche" de la canción no pudo tener mejor acompañamiento que las fotografías de músicos como Astor Piazolla, Gardel, Federico Moura, Luca Prodan, nuestros más que queridos Chacalón y Chabuca Granda, entre otros.

Ese fue su segundo intento por meterse al público al bolsillo y lo consiguió, minutos antes había dicho que le hubiera gustado que ese fuera su último concierto, para que así, en un futuro no muy lejano, pudiera comentar que su última tocada fue en Lima, Perú.

El sonido estuvo genial, fue uno de los conciertos más rockeros que Calamaro ha dado en nuestro país y las más de veinticinco canciones confirmaron la vigencia de un músico que no sabe envejecer. Gratifica saber que algunas personas no cambian.