La conductora de TV habla sobre las tareas pendientes del periodismo y los retos de ser la primera presentadora trans en la televisión pública argentina. (Fuente: Nadia Ingaramo/TV Pública)
La conductora de TV habla sobre las tareas pendientes del periodismo y los retos de ser la primera presentadora trans en la televisión pública argentina. (Fuente: Nadia Ingaramo/TV Pública)

Los argentinos saben de su trabajo como periodista, pero no como peluquera. Siempre le preguntan su opinión, pero nunca sobre sus sueños de niño, cuando lo era. El mundo descubrió su historia por entrevistas publicadas en Italia, Estados Unidos, España y demás países. Aun teniendo la fama que jamás pensó tener, Diana Zurco, la primera periodista transgénero de la Televisión Pública de , usa el tren para llegar al trabajo y repite una y otra vez que ella no debería ser noticia.

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A sus 17 años, mientras surgía el encuentro con su identidad de género, se visualizaba a sí misma locutando las noticias tras un micrófono. Tuvieron que pasar otros 17 años para que venciera el miedo a la exposición social y se inscribiera en la convocatoria del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), la meca de los comunicadores argentinos.

Ya con 41 años, al fin ve una silla con su nombre en el set del Canal 7 y dentro de la cabina de Radio de la Ciudad de Buenos Aires, su primer empleo, desde donde comenta a Diario Correo sobre sus constantes retos como profesional.

Empezó su carrera profesional en el periodismo tarde, a los 32 años. (Fuente: (Fuente: Nadia Ingaramo/Televisión Pública de Argentina)
Empezó su carrera profesional en el periodismo tarde, a los 32 años. (Fuente: (Fuente: Nadia Ingaramo/Televisión Pública de Argentina)

El ambiente periodístico es con frecuencia tenso y competitivo. ¿Cuáles fueron tus primeros pasos en esta carrera?

En Argentina, tiene más peso el carné de locutor que de periodista, así que postulé al ISER. No me tocó la instancia como reportera en la carrera, porque empecé de grande por miedo al rechazo social. Ni bien me recibí, hice una práctica profesional gratuita en un programa periodístico del canal de de Buenos Aires y luego en la radio, redactando noticias para el boletín informativo. No llamaba mucho a las fuentes de noticias, más bien corroboraba la información y la transformaba al formato radial. Me acuerdo cuando cree mi cuenta de Twitter, porque muchas veces los políticos emitían información a través de sus redes sociales y debía manejarme con ese tipo de plataformas de información, que antes eran impensadas.

Las redes sociales juegan un papel importante hoy, como un sistema para organizar a la sociedad, pero también donde abundan las fake news. ¿Qué papel tendrían que asumir los medios tradicionales (televisión y radio)?

Tener por delante los obstáculos de la no información (fake news) maliciosa es uno de los mayores desafíos del periodismo de este —como lo llamo— siglo de la comunicación. Las redes sociales vinieron a formar parte de la vida de los redactores, que filtran y verifican la noticia. Los medios tradicionales deben buscar decodificar lo que tiene alrededor. La comunicación ya cambió y el contenido es on demand. Todo es resumido e inmediato. Tienen que ver cómo el contenido penetra en la sociedad, sobre todo, en las nuevas generaciones, porque tal vez no te quieren escuchar durante dos horas el noticiero o no se quedan leyendo el diario de papel completo, sabiendo que pueden ir a la información puntual a través de Google.

Diana vive el sueño que tuvo desde adolescente, cuando estaba en un colegio católico. (Fuente: Nadia Ingaramo/TV Pública de Argentina)
Diana vive el sueño que tuvo desde adolescente, cuando estaba en un colegio católico. (Fuente: Nadia Ingaramo/TV Pública de Argentina)

Existen campañas de difamación en la región en contra de la labor periodística, además, la audiencia asume una falta de ética en los medios. ¿Cómo enfrentas el desprestigio incentivado por algunos espectadores en la multiplataforma (televisión, radio y redes sociales)?

Bueno, no es fácil. Se trata de tener ética y credibilidad, de cómo generar ese cimiento que te sostiene como periodista, pero también cómo el público percibe quién eres. Para mí es muy importante lo que yo tengo para ofrecer como ser humano, porque no solo soy la conductora de televisión, sino también la activista, la que se volvió, sin buscarlo, un referente… soy un montón de cosas más. Ser trans es una característica más de mi persona. No puedo permitirme que ocupe todos los campos de mi mente, sino yo misma estaría limitándome. Afortunadamente, mi fuerza de voluntad y mi carácter frontal fue lo que me salvó de muchas circunstancias. Si me hubiese quedado solamente con la cuestión trans como identidad, no sé si hubiese avanzado hasta donde avancé.

Hay otras periodistas transgénero en América Latina: Leonie Dorado (Televisión Nacional de Bolivia), Michelle Valencia (Canal Capital, Colombia), Linda Yepes (presentadora de noticias de espectáculo en el caribe colombiano). ¿Para ti cómo es esa lucha con lo “distinto” en el medio periodístico?

Te puedo decir que prácticamente vivo mi vida y mi profesión olvidándome de que soy trans. Pero sé que soy noticia. En una sociedad ideal y progresista, no debería estar hablando de cómo es una mujer trans trabajando de periodista. Sería natural y aceptado. No sería novedad. Pero la parte positiva es que es necesario que sea noticia hoy para que mañana ya no lo sea. Por eso, Leoni Dorado también fue noticia en Bolivia, un país que tiene una sociedad muy conservadora. Ella tiene una columna donde habla solo de diversidad LGTB. Me gustaría que la dejaran participar con otros temas, no solamente sobre temas de identidad género.

¿Cómo percibe la sociedad argentina tu papel como conductora?

Lo que yo opine puede tener diversas lecturas, más allá de una opinión periodística. Me siento respetada por mis colegas, pero subyacen ciertas percepciones de gente que opina que estoy en un lugar solo por una cuestión de gesto político. Mi opinión tiene como una sustancia de disimiles factores: la transversalidad histórica tanto de la percepción de la sociedad sobre las personas trans como de los mandatos culturales, como el machismo, las ideologías, las religiones, conceptos que están deconstruyéndose. Por más que esté en el rol de presentadora de noticias, me frustro cuando siento que no puedo hacer nada desde mi rol frente a una situación social, como es la problemática trans. Sí se puede abordar ese tema en televisión, pero qué pasa cuando no hay una coyuntura política o social que lo contemple. Porque hay una parte de la sociedad que me dice que me acepta, pero tal vez no acepta a la persona trans que vive en su barrio, pues a esa persona no le dan una oportunidad de empleo. Entonces, hasta qué punto significo algo y hasta qué punto no significo nada. Hasta qué punto, por estar ocupando un rol, significo algo a nivel social que, de repente, genera cambios positivos, y hasta qué punto, para cierta parte de la sociedad conservadora, me pueden descreditar o menospreciar por mi rol.

En una investigación de la Universidad de Malaga, se da cuenta de al menos mil periodistas asesinados o desaparecidos desde 1970 en América Latina. Sabemos que México y Guatemala hoy son países donde simplemente es muy difícil no morir siendo reportero. ¿Tú serías periodista de calle?

Nunca me preguntaron eso, pero es algo clave que vengo preguntándome desde hace tiempo. ¿Qué pasaría si voy a cubrir la calle? Me sorprende, porque me estoy interpelando a mí misma en este momento a la hora de responder. Por un lado, inconscientemente aflora el temor ante una agresión. La persona que te quiere agredir lo primero que le surge es meterse con tu identidad o sexualidad. Por otro lado, también tengo un costado de resiliencia y búsqueda de los desafíos. Si atravieso un suceso de violencia o de conflicto, ¿cómo reaccionaría? Le puede pasar a cualquier cronista de calle en sus inicios, pero a mí se me suma que soy trans y puede que la sociedad argentina no esté preparada del todo.

En Perú, no existe una legislación específica sobre la identidad de género. En Argentina, se estableció la Ley de Matrimonio igualitario (15 de julio, 2010) y la Ley de Identidad de Género (24 de mayo, 2012). Según una recopilación de datos organizacionales de la Campaña Matrimonio Igualitario Perú, más del 60% de países en Latinoamérica tienen leyes que reconocen a las parejas del mismo género. ¿Realmente se avanza en este aspecto?

Bueno, Argentina es vanguardista a nivel regional con estas leyes. Sobre todo, con el decreto que exige a las dependencias públicas que concedan el 1% del personal a tomar para las personas transgénero. De alguna manera, esto puede mover el amperímetro de los cambios sociales y políticos en la región. Tarde o temprano todos los países de América Latina que aún no llevan adelante iniciativas de esta naturaleza lo van a tener que hacer. En algún momento. Si no, la misma realidad las va a sobrepasar. Tarde o temprano, pasará.

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