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Lucha Reyes. Foto Archivo Histórico
Lucila Justina Sarcines Reyes de Henry, que así se llamaba, nació en Lima, el 19 de julio de 1936. Lucha tuvo una vida llena de dificultades y sufrimiento. De origen muy humilde, creció junto a otros 15 hermanos. La muerte de su padre, cuando era niña, fue el primer golpe que sufrió en su vida, al que seguirían los malos tratos de su padrastro, un incendio en su casa y el obligado cambio de ciudad, un matrimonio también doloroso y lleno de violencia y numerosos problemas de salud.
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Lucha Reyes durante una entrevista a los medios de prensa. 28 de marzo de 1970. Foto Archivo Histórico
Al margen de todo, la sonrisa nunca dejó de acompañar el rostro de Lucha Reyes, a quien probablemente otro hecho que en su momento también lo consideró lamentable le ayudó luego a convertirse en la persona querida y preocupada por los demás que siempre fue: debido a la frágil situación económica por la que transcurría la familia, fue enviada al convento de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, a cargo de religiosas franciscanas. Allí recibió una educación escolar básica pero, lo más importante, le inculcaron valores que la siguieron luego en su proximidad a los humildes y en su visión de la vida desde un punto de vista humano.
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Lucha Reyes durante la promoción de su disco. 11 de diciembre de 1970.
Gracias a las religiosas franciscanas esas enseñanzas de educación y valores le sirvieron para valerse por sí misma en la vida. A los 16 años contrajo matrimonio con un sargento de la Policía Nacional de Perú. El matrimonio, sin embargo, duró muy poco por los eventos de violencia que siguió padeciendo, pero en él nacieron sus dos hijos, Humberto y Alejandro. A pesar del dolor que acompañó a Lucha gran parte de su vida, tuvo una segunda relación y, con los hijos ya mayores, llegó a criar a otra niña.
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Lucha Reyes internada en el hospital. 22 de diciembre de 1970. Foto Archivo Histórico
La muy joven Lucha, intentaba mantener a su familia vendiendo periódicos, lavando ropa y trabajando en las cocinas de diversos restaurantes, donde también fregaba los platos. Cantando intentaba pasar el tiempo sin pensar en la pena que la acompañaba, y fue así como descubrieron su talento mientras trabajaba en un club criollo. Con escasos 20 años Lucha Reyes logró participar en un programa de cantantes aficionados de la popular Radio Victoria llamado ‘El Sentir de los Barrios’, obteniendo un un éxito concluyente.
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Lucha Reyes acompañada de Augusto Polo Campos. 24 de febrero de 1971. Foto Archivo Histórico
Parecía que su vida en ese instante daba un giro y dejaba atrás las penurias y el sufrimiento para cambiarlo por el éxito y la tranquilidad económica, pero eso aún tuvo que esperar, ya que su salud empezó a deteriorarse: unos exámenes médicos arrojaron que sufría diabetes emotiva, edema y disnea, teniendo que someterse a continuas pruebas y pasando grandes temporadas en el hospital.
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Lucha Reyes en una de sus presentaciones. 18 de diciembre de 1971. Foto Archivo Histórico
Popularizó la música criolla, un estilo musical que unía los ritmos afroperuanos y andinos expresando los sentimientos de la población humilde, por lo que, a pesar de morir muy joven, con 37 años, se convirtió en un icono de este tipo de música. En 1960 recuperó su iniciada carrera artística para no abandonarla ya nunca y triunfó en el teatro Pizarro interpretando el vals ‘Abandonada’. Un descubridor de talentos la integró en la famosa Peña Ferrando y empezó a viajar a otras ciudades realizando imitaciones de Celia Cruz, Olga Chorens, Toña la Negra y Celina González.
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Lucha Reyes acompañada de su grupo musical. Foto Archivo Histórico
Se mantuvo en la Peña hasta 1970, pero ya tenía una seña de identidad propia: multicolores pelucas que usaba y conjuntaba con distintos estilos y cortes. El éxito y la popularidad ya no se le resistieron y comenzó a interpretar temas y a grabar discos con un estilo tan personal como cautivador para quien la escuchaba. Sin embargo, su salud volvió a resentirse cuando ya era considerada una diva y seguida por los medios de comunicación, y tuvo que volver a ser ingresada por hipertensión arterial e insuficiencia cardiaca, dos enfermedades más que se le sumaron a su frágil existencia.
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Lucha Reyes. 22 de agosto de 1972. Foto Archivo Histórico
A los éxitos en los escenarios comenzaron a sumarse los reconocimientos, recibió el Disco de Oro por ‘Regresa’. También tuvo en 1971 su propio programa de radio, ‘Primicias criollas’. En 1972 lanzó al mercado su tercer disco: ‘Siempre criolla’ y viajó a Estados Unidos, donde triunfó. La salud, sin embargo, volvió a darle un serio aviso por su agitada agenda de compromisos y viajes y tuvo que ser ingresada de nuevo en un hospital porque los controles médicos que se hacía mensualmente revelaron que, lejos de mejorar, su salud se deterioraba día a día.
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Lucha Reyes. 22 de agosto de 1972. Foto Archivo Histórico
Ya en el año 1973 los médicos le prohibieron las actuaciones definitivamente, pero en ese momento le pidió al compositor Polo Campos que le escribiese una canción sentida. El resultado fue el vals ‘Espera, corazón’, que ella estrenó el 18 de enero. Este último esfuerzo por cantarla menguó aún más su salud también con problemas oculares. En mayo, Lucha Reyes, consciente de que su final se acercaba, visitó al compositor Pedro Pacheco para pedirle que le compusiera un vals de despedida. Es así como surge ‘Mi última canción’, integrada en su cuarto y último disco.
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Sepelio de Lucha Reyes acompañada por una multitud de seguidores. 01 de noviembre de 1973. Foto Archivo Histórico
En la mañana del 31 de octubre de 1973 Lucha fue invitada a una misa en la Sociedad Peruana de Actores por la conmemoración del Día de la Canción Criolla. En el coche que la llevaba desde su casa sufrió un infarto que acabó con su vida a los 37 años. Los medios de comunicación reflejaron el dolor del pueblo peruano por su fallecimiento, y tal y como fue su deseo la cantante fue maquillada y peinada con su mejor peluca y velada por miles de personas. Su funeral fue multitudinario, se recorrieron algo más de seis kilómetros cantando sus éxitos. Su recuerdo y su legado de música criolla siguen presentes en Sudamérica y, especialmente en Perú, donde para las clases humildes representa su identidad cultural.