Los restaurantes están de vuelta, pero con un escenario complicado y nada halagador.
Los restaurantes están de vuelta, pero con un escenario complicado y nada halagador.

Después de casi cuatro meses de cerrar sus puertas, o atender únicamente por servicio de delivery, el pasado 20 de julio muchos restaurantes comenzaron nuevamente a atender al público local, siguiendo todas las medidas de bioseguridad requeridas por el estado, y a 40% de su aforo. Esto, sin contar que debido al toque de queda por la emergencia nacional, su capacidad de atención está aún más restringida y en vez de trabajar los turnos de almuerzo y cena, solo pueden hacerlo en el horario de almuerzo.                                                                                                   

A todo este complicado escenario hay que sumarle que el turista que llegaba a Lima a comer ya no está y no se cuenta por el momento con ese tipo de comensal. La situación es complicada para muchos. Meses sin atender al público, altos alquileres que pagar, y todo esto, sin mencionar los sueldos y gastos fijos que tienen a nuestra gastronomía agobiada y tratando como sea de salir adelante. Y si vemos más allá de los restaurantes, no son sólo ellos los perjudicados, sino toda la cadena que hay alrededor, empezando por los productores de todo el país.     

antojos.  Estos meses el comensal local ha aprendido a cocinar, a pasar tiempo en casa alrededor de los fogones, pero también ha extrañado mucho el salir a la calle a comer en familia o con los amigos. Los deliverys han sido aceptados en la medida de lo posible pero muchos de ellos como un gusto de fin de semana. No para todos los días. En este tiempo hay gente que ha aprendido a hacer pan casero, aderezos, chifa o postres. Todo para satisfacer los antojos que aparecieron durante la cuarentena. 

Al mismo tiempo, la situación que atravesamos ha generado que aparezcan nuevos conceptos de comida más ligeros o para terminar en casa, que han permitido que muchos locales y cocineros sobrevivan durante estos tiempos inciertos. Es así que Jaime Pesaque abrió Mad Burger, un concepto de hamburguesas tipo smash, Francesca Ferreyros que tenía todo planeado para abrir su restaurante de alta cocina, decidió parar el proyecto y abrir un concepto más sencillo de cocina asiática con influencias de la selva de nuestro país, llamado Baan. Rodrigo Villanueva abre Calavera Pizzería y Andres Orellana crea La Pizza de La Niña, como una marca anexa de su ya conocido restaurante miraflorino La Niña.

Si nos fijamos en la cocina para terminar en casa, encontramos desde tenders de pollo congelados de alta calidad como Yopo, hasta un banquete sin igual con cochinillo, lasagna de conchas o risotto, hecho por Rafael Piqueras en Insumo.

Decir que va a pasar en los próximos meses es predecir el futuro. No sabemos en qué acabará esta situación, pero sí sabemos que es el momento de poner el hombro y de estar más unidos que nunca. De apoyar en lo posible a nuestra cocina que tantas alegrías y buenas mesas nos ha dado. A nuestros cocineros, a nuestros productores. Esperamos pronto volver a ver llenos los salones.