La historia del turrón y los hermanos Achicahuala

Los hermanos Achicahuala Gutiérrez se dedican hace 65 años a la elaboración del tradicional turrón, el mismo que no ha perdido su esencia y que mantiene la preparación como la primera vez en que se realizó.

"El turrón data desde la existencia de mis padres, quienes fueron los que nos dejaron esto, me emociono porque ellos ya partieron y nos dejaron una gran enseñanza de trabajar juntos, más que nada es en memoria de ellos por lo cual nos unimos, lo hacemos con mucho cariño", nos cuenta entre lágrimas Arnaldo Achicahuala.

Como cada año, los once hermanos dejan sus actividades cotidianas y se reúnen para elaborar la herencia que les dejaron sus padres: los turrones Don Víctor. Fue el patriarca de la familia quien heredó este arte culinario y fue doña Cenaida quien impulsó a sus hijos a continuar con este legado.

"Mi padre deja la herencia a once hermanos, partieron dos en su compañía, y fue mi madre Zenaida quien seguía, ella era quien nos impulsaba", agrega el experto en turrón.

Arnaldo revela que, si bien no venden su turrón en grandes cantidades, es una satisfacción para ellos cumplir año a año la voluntad de sus padres. "Nosotros tenemos dos capitales: un capital económico reflejado por el dinero, y el otro capital es por la fe que tenemos al Señor de los Milagros y ahí nos mantenemos", señala emocionado.

TURRÓN. Los turrones Don Víctor se pueden ofrecen en porciones personales, de ¼ de kilo, de ½ kilo y 1 kilo. Ellos se encuentran en el Jirón Chancay 488B, Lima, o en el jirón Pacasmayo 3639, San Martín de Porres.

Los frescos turrones, que no tienen conservantes, tienen gran aceptación entre los fieles que acuden al convento de Las Nazarenas pues la tienda de turrones Don Víctor se encuentra a unos cuantos pasos.

"Los más importante es que lo hacemos con bastante limpieza, bastante cariño y con productos de primera calidad. Nuestro público siempre nos busca y está con nosotros, nosotros tenemos esa satisfacción y ellos se quedan contentos", concluye.