Qué bonito es emprender
Qué bonito es emprender

En unos días, el negocio que manejo cumple cinco años. Urban Kitchen es un espacio de cocina participativa, donde realizamos talleres de cocina, eventos, catas de vinos, clases, etc. El camino ha sido lindo, pero duro. El negocio de la gastronomía es muy bonito, te llena el alma saber que hay gente que viene y disfruta comiendo (y en mi caso cocinando), pero también es un emprendimiento que requiere de mucho esfuerzo y sacrificio.

Estoy pensando mucho en este tema, ya que en estos días abrimos nuestro segundo local, justo cinco años después de inaugurar el primero, que fue en una linda casa miraflorina. Queríamos continuar haciendo estas actividades donde las personas vienen a cocinar, comer y pasarla bien.

A lo largo del tiempo, Urban Kitchen no solo ha ido creciendo, sino que ha ido cambiando. Por ejemplo, una de las decisiones de abrir un segundo local fue aprovechar el empuje que tiene la gastronomía nacional y ofrecer tours gastronómicos para turistas.

El camino

Uno necesita mucho esfuerzo, dedicación y apoyo para sacar un proyecto adelante. Un aspecto clave, si uno busca emprender, es tener claro que hay que trabajar (y mucho), sobre todo al inicio.

Si uno quiere implantar una filosofía de trabajo y una manera de hacer las cosas, ¡hay que hacerlas! Siempre se puede contratar a gente muy capaz, pero creo que hacer todo lo que pueda uno es crucial para sentar las bases del trabajo a futuro. Uno va perdiendo noción de los días y de las horas, pero el esfuerzo vale la pena cuando uno empieza a ver los resultados.

Algo que yo, personalmente, valoro muchísimo es el apoyo de la gente. En primero lugar, de las personas que trabajan conmigo: si ellos no se ponen la camiseta es imposible avanzar. Tengo mucha suerte de haber encontrado un equipo de gente que (creo yo) disfruta lo que hacemos y eso se contagia a los clientes.

Otro apoyo importantísimo es el de la familia; ellos tienen que entender el esfuerzo que uno hace y, si te apoyan, es lo mejor. A veces esto puede ser el punto más duro, ya que uno quiere estar con la familia y pasar más tiempo con ellos, pero el negocio necesita de todos nuestros sentidos. Acá creo que es importantísimo hacer un balance: inicialmente meterle mucha fuerza al negocio, pero luego tratar de ir formando un equipo que pueda ayudar a cumplir los objetivos y a tener un balance de vida necesario. No olvidemos nunca que el equipo de trabajo también tiene una familia.

Por último, pero no menos importante, en mi caso encontré socios que me ayudan a potenciar el negocio y me empujan a seguir creciendo.

Hay que acordarnos que no todos nacen para ser exitosos, pero no tengamos miedo a fracasar. Hay que ser cuidadosos para no fracasar, pero si pasa, se aprende de esas experiencias. De repente en una compañía, un fracaso puede ser cubierto por otros negocios u otros rubros, pero en un emprendimiento propio, te puede llevar a la ruina. Analicemos siempre todos los factores, averigüemos del mercado, pongámosle ganas hasta el final y sudemos la gota gorda. El país viene mejorando y necesitamos empresas innovadoras y formales que ayuden a crecer a nuestra industria.