Con tan solo 50 dólares, Ally castigó a su hijastra Kaylee quien le hacía bullying a su compañera por la manera en la que vestía.

La mujer le advirtió a su apoderada a que cese el maltrato a la colegiala, quien luego de los contantes ataques ya no quería asistir a la escuela. Sin embargo, la menor no hizo caso y eso obligó a la mujer a tomar medidas drásticas.

Ally compró varias prendas que la menor de diez años jamás utilizaría, luego las colocó en su armario y la obligó a ponérselas para asistir al colegio.

Kaylee aseguró haber llorado la primera vez que vio la nueva ropa y contó que sus compañeros hablaban a sus espaldas y, finalmente, aceptó haber "aprendido la lección".

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