Contrariamente a como ocurre en el caso del resto de animales, los perros de raza grande suelen vivir menos años que aquellos de raza pequeña. Por ejemplo, un San Bernardo no pasa los 10 años, mientras que un chihuahua pasa los 15 sin problema alguno. La explicación a tal situación la tiene un grupo de estudiantes de la universidad de Colgate, de Estados Unidos.
Sostienen que ello podría deberse a los denominados radicales libres, que surgen como un desecho del proceso por el que las células obtienen energía de los alimentos, moléculas que han perdido electrones y procuran recuperarlos quitándoselos a las células del cuerpo. Este proceso metabólico parece ser uno de los responsables del envejecimiento y deterioro del cuerpo.
Los investigadores reunieron 80 muestras de tejidos de cachorros y de perros viejos recién muertos de razas grandes y pequeñas, aislaron células de estos restos y las cultivaron en el laboratorio para analizarlas. Tras ello comprobaron que en las células de los perros adultos de los dos tipos, la producción de energía y de radicales libres estaba equilibrada. En las de las crías voluminosas, las cosas cambiaban: la tasa de radicales libres del oxígeno se disparaba y los antioxidantes no podían frenarlos.
Esto sucede porque los cachorros de raza grande poseen metabolismos rápidos que consumen una cantidad de energía muy superior a la de los ejemplares pequeños. Semejante desequilibrio produce daños celulares que se manifiestan en unos años y acortan la vida de los animales.
Si bien hay otras razones que explican el envejecimiento canino, los radicales libres del oxígeno parecen jugar un papel clave. Conocer cómo actúan estas moléculas servirá para desarrollar suplementos alimenticios con antioxidantes para que los cachorros de razas grandes eliminen los radicales antes de que hagan daño.
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