El cielo gris de Lima y Callao se tiñe hoy de rojo. Cada semana las crónicas policiales informan sobre asesinatos por sicariato o robos violentos y no parece haber forma de detener esta ola delincuencial, casi tan letal como la del covid-19. Esta semana, en menos de doce horas, una mujer y un vendedor de golosinas fueron asesinados a balazos, en combis de transporte público que abordaron en Sarita Colonia y La Perla, respectivamente, en el Callao.
El último jueves, un comerciante de Mesa Redonda fue baleado en Barrios Altos, mientras el director de un policlínico resultó muerto por un asalto a mano armada en San Juan de Lurigancho. En el fin de semana largo, dos familias en Comas fueron acribilladas por pistoleros. Este año, solo entre enero y mayo fueron perpetrados, en Lima, 114 asesinatos bajo esta misma modalidad y se han producido más de 500 crímenes por encargo desde 2019. ¿Quién puede detener esto?