Luego de que la canadiense Debbie Balino diera a luz a su primer hijo, transcurrió un episodio muy triste en su vida: tuvo  nueve pérdidas en los embarazos que le siguieron a su criatura.

"Perdí a Victoria a las 21 semanas (de embarazo) en 2013", recuerda Debbie a BBC: "Estaba destrozada y pasé un tiempo terrible".

Añadió que los bebé perdidos en abortos espontáneos: "Son muy jóvenes para un funeral, pero muy viejos para ignorar que existieron. No sabíamos dónde colocar a Victoria, así que la dejamos en el hospital. Allí dijeron que era 'basura biológica' y me rompieron el corazón en pedazos".

Un médico le contó a Debbie sobre sobre un lugar cercano llamado "Little Spirits Garden" (Jardín de los Pequeños Espíritus). Es un jardín diseñado dedicado a la memoria de los niños que mueren durante el embarazo. Fue completado en 2012 y se ubica dentro del Cementerio Royal Oak, en Victoria, Columbia Británica.

Dentro de éste hay una serie de pedestales de concreto largos sobre los que se posan pequeñas casas grises. Estas son "las casas de los espíritus" y cada una conmemora a un bebé muerto.

Hay unas 400 casas en el jardín y tiene capacidad para unas 3.000.

Los médicos contactan a los padres que sufrieron una pérdida, como Debbie, con el equipo que dirige el jardín, cuando piensan que éste puede beneficiarlos. El servicio es gratuito y se financia con donativos.

Si el bebé es cremado, las cenizas pueden esparcirse en una sección especial en el jardín o colocarse en un osario, una bóveda que está colocada bajo un pabellón.

Ya sea que el niño sea cremado o no, a todos los padres se les da una casa de espíritu.

Debbie visita sus nueve casas de forma regular y puede sentir su luto: "Que me hayan dado una casa de espíritu es lo más generoso, amoroso y amable que un ser humano puede hacer por otro. Porque lo triste de un aborto o un parto de feto muerto es que es un tabú y no se discute (...) Este jardín es un lugar donde eres libre de sentir lo que necesites sentir y de tener el luto que desees tener".

El jardín fue diseñado por los arquitectos de jardines canadienses Bill Pechet y Joseph Daly. La inspiración surgió después de que Pechet pasó un tiempo en Japón, donde vivió dos años.

Cuando estuvo allí le impactó la tradición budista llamada Jizo, la práctica de crear pequeñas estatuas votivas para marcar la muerte de un niño.