A 10 horas o más en carretera, desde la capital, sobre un suelo verde y fértil de nuestra selva central se encuentra Oxapampa, una tierra de ensueño donde el aire fresco y un cielo azulado son como el letrero de bienvenida a los miles de turistas que la visitan.
Ubicada en la región Pasco, el camino para llegar a Oxapampa es largo. Son los cerros llenos de vegetación, cultivos de granadillas y ganado degustando pasto los que “adornan” el trayecto. Y es así hasta que unas pequeñas casas de madera, atractivas y de estilo europeo, se hacen comunes a la vista y al lugar. Es ahí cuando los visitantes o citadinos se dan cuenta que han llegado a Oxapampa, una provincia donde no solo abunda la biodiversidad y la gente amable, sino que conviven en armonía culturas diferentes, como la austroalemana y los nativos Yanesha.
Este encuentro cultural para muchos ha enriquecido notablemente a una tierra que nació como Oxapampa en 1981, tras el asentamiento de colonos austriacos y alemanes. Muestra de esta gran riqueza es el desarrollo y el empuje laboral que tiene la comunidad. Y todo empieza desde los colegios. Allí, a los niños se les enseña a valorar y cuidar la naturaleza. Ver papeles tirados en suelo oxapampino cuesta trabajo. Tanto las calles como la Plaza de Armas lucen tachos especiales para reciclar. Plástico, vidrio y papeles van por separado, y más que costumbre se trata de una convicción.
“Siempre digo a los turistas que han llegado a la sucursal del cielo”, es lo que comenta Sonia Barzola, una guía que ha visto a varios foráneos quedarse a vivir en Oxapampa.
“¡Y cómo no hacerlo!” remata con una sonrisa.
Allá la bienvenida es así. Alegre, elocuente, pero sin llegar a lo confianzudo. “Sírvanse, esto es cortesía”, remarca Rodolfo Quispe Ruffer, dueño de “El Wharapo”, un descanso campestre donde se produce 800 litros mensuales de aguardiente y el clásico “Guarapo”, un trago dulce pero que entra raspando un poco la garganta.
Botellas en mano, dirigiéndose a los visitantes, Quispe Ruffer revela que su abuelo era alemán y también analfabeto, pese a eso salió adelante. Ahora, el orgulloso nieto de nada menos 99 años continúa con la labor de moler caña a través de un trapiche, máquina hidráulica en forma de rueda, que funciona con la caída de agua proveniente de una canaleta.
“Seco y adentro”. Quispe bebe su poderoso trago y termina la charla. Empero, la elaboración de licores no es la única actividad económica, la principal es la ganadería.
Por eso es frecuente ver enormes vacas en los campos. Es más, en la zona afirman que el pasto crece de manera natural, sin regar. Las hojas que caen de los árboles de pacae nutren el suelo y lo hacen verde, fértil, un verdadero banquete para el ganado. Este, a su vez, crece fuerte, proporcionando además de carne algo esencial: leche.
De ella nace la suave mantequilla, el yogur natural, los deliciosos manjarblancos y otros productos que “endulzan” más a Oxampampa. No pueden quedar de lado otras delicias como el café natural y la miel de abeja. Tampoco las chuletas ahumadas y las exquisitas salchichas. Todo, desde los paisajes, la gastronomía y el ambiente hospitalario, hace que varios se sientan tentados de dejar la ciudad para vivir por siempre en este hermoso paraíso.