Silvestre Ataucusi: “Creo piezas únicas con temáticas que llamen la atención”
Silvestre Ataucusi: “Creo piezas únicas con temáticas que llamen la atención”

Cuando un coleccionista le consultó al gran artesano Joaquín López Antay cómo iba la venta del retablo, él respondió: “este negocio no da ni para comer”. Entonces, el visitante, como buscando animarlo, le dijo “¿por qué no introduce otros motivos?”. Así nació el gran retablo basado en la cárcel de Huancavelica. Gracias a esa creatividad, el Instituto Nacional de Cultura otorgó a López Antay, en 1975, el Premio Nacional de Arte, desatando una polémica en el circuito artístico. Al igual que él, artesanos como Silvestre Ataucusi fueron señalados por los defensores del “arte popular” al intentar innovar.

Usted es autodidacta: no proviene de una familia de artesanos como es lo habitual...

Sí, llegué al retablo cuando huía del terror. Me alejé de Vinchos (Ayacucho), donde la presencia de Sendero Luminoso era muy fuerte. A los doce años, todos fuimos obligados a acompañarlos en sus viajes de adoctrinamiento. Mis padres, sin pensarlo, decidieron enviarme a la ciudad de Huamanga, donde, al poco tiempo, ingresé, con ayuda de un familiar, al taller del retablista Florentino Jiménez Toma.

¿El romance por el retablo fue instantáneo? 

Sí. Creo que ya tenía esa sangre de artista porque, a primera vista, quedé impresionado con las figurillas del retablo que estaban en la mesa de mi maestro.

Usted nació artísticamente con Florentino Jiménez, ¿qué no tendría sin él?

Casi nada. Aunque no era muy comunicativo, me enseñó mucho. Al salir de su taller, soñaba con ser como él y, desde allí, buscar mi propio estilo fue uno de mis objetivos. No fue fácil. Años de práctica me llevaron a dar con mi técnica, la cual alcancé al escuchar a mis clientes, quienes decían que el retablo clásico necesitaba volver a nacer.

El estilo de alto relieve envejecido ha sido como su marca personal... 

Lo que realmente buscaba era un nuevo respiro. El retablo, del 2000 al 2005, estaba débil, no había demanda. En el mercado, todo trabajo que no cambia cansa al público. No había innovación y era nuestra preocupación. Entonces, con el apoyo de mi hija, encontré esa técnica diferente.

¿No existió algún conflicto con la tradición? 

Muchos. Por ejemplo, el Museo de la Nación presenta cada año una feria para artistas populares, Rurak Maqui. Yo nunca he sido invitado y creo que nunca lo seré. Los organizadores siempre han dicho que he transgredido el retablo clásico.

No teme apostar por lo nuevo... 

Creo piezas únicas con temáticas que llamen la atención. Hace un tiempo elaboraba trabajos sobre la violencia social. Era lo más exquisito en aquellos años, pero también tenía sus riesgos...

¿Cómo cuáles?

Lo tomaban como una muestra de apología. Por eso, era algo anónimo y no se ponía la firma. Pese a eso, es muy necesario expresar esa parte dolorosa de la historia.

Aún deben existir interesados en este tipo de retablos... 

Aunque hemos cambiado las temáticas, más personalizadas sobre la vida cotidiana, todavía hay gente que colecciona, pero hasta ellos deben cuidarse.

El retablo estuvo a punto de desaparecer en más de una ocasión, ¿se debe a que el retablista es individualista? 

Él tiene un tipo de pensamiento de producir a puerta cerrada. Piensan que los aprendices van a copiar su técnica. Yo también pensaba igual, pero ahora toda persona interesada es bienvenida. Por un lado, es una debilidad del artesano y, por ese motivo, somos pocos.

¿Y sus hijos seguirán su legado? 

Por suerte, sí. Mi hija, aunque todavía no sabe elaborar un ejemplar, cuando tenía catorce años, me ayudó en uno de mis grandes sueños: La Casa Retablo, taller y museo a la vez. Ahora ella estudia administración de empresas y se ha especializado en la artesanía.

Tras años de experiencia como artista, ¿se puede vivir de la artesanía?

Ahora es rentable. Podemos competir porque es un trabajo hecho a mano, a diferencia de la artesanía del extranjero que viene de fábrica. Ahora soy consciente de que debo enseñar e involucrar a mis hijos en este arte. Además de apoyar a mis doce discípulos, mi hijo mayor ya se está dedicando a esto. Ya le agarró el gusto.

DATO

Silvestre Ataucusi. Maestro retablista. Sus obras se exhiben en diversos exposiciones colectivas y museos como el de Arte Popular de la Universidad de Huamanga (Ayacucho).  

1° lugar en el I Concurso Regional de Expresiones Artístico-Religioso “Unan-chaqmaki”.

2015 año en que ganó el premio “Presidente de la República” en el IXX Concurso Nacional de Plata del Perú.

2012 recibió la condecoración “Joaquín López Antay” por el Congreso de la República.